Por: Alberto Romero
Introducción
Los cambios ocurridos en la estructura de la economía y la sociedad mundiales durante el siglo XX, jalonados por los avances tecnológicos en el campo de la información, la biotecnología y los nuevos materiales, obligan a revisar los paradigmas imperantes acerca del papel de la educación, en general, y de la educación superior, en particular, en el progreso de las naciones.
Dentro de este contexto, el gran desafío que deben enfrentar nuestros países es el de cómo insertarse de manera competitiva en un mundo cada vez más globalizado, en el que, pese a que no se ha modificado sustancialmente el esquema asimétrico de desarrollo entre las naciones, se generan oportunidades para los países más atrasados, siempre y cuando se adecúen a las nuevas circunstancias. Se trata de una nueva etapa del desarrollo, sustentada en el conocimiento y hacia donde deben orientarse todos nuestros esfuerzos académicos e investigativos.
Con el fin de desarrollar las ideas anteriores el presente ensayo busca caracterizar, en términos generales, la naturaleza del proceso de globalización, tanto de la economía como del conocimiento. También se resalta el papel de la educación superior y de la Universidad en la transformación socioeconómica de los entornos, con criterio humanístico y sostenible, y de cara a los retos que implica la inserción competitiva de nuestras economías en la actual división internacional del trabajo.
La globalización: conceptos generales.
El proceso de profundización de la división internacional del trabajo, a raíz de los cambios tecnológicos sin precedentes en la estructura de la economía mundial en la segunda mitad del siglo XX, en los campos de la electrónica, especialmente de la microelectrónica, las telecomunicaciones, la informática, la biotecnología, la ingeniería genética, la sustitución de materiales, los medios de transporte, etc., ha contribuido a una mayor integración de las naciones dentro del complejo tejido del sistema planetario de interconexiones económicas, políticas y culturales. Esta situación ha sido caracterizada por los medios académicos, políticos y empresariales como el fenómeno de la globalización, sin que haya consenso sobre el significado de dicho término. En realidad, el concepto de globalización tiene connotaciones de tipo ideológico, socioeconómico, político y cultural.
Desde el punto de vista ideológico la globalización es el argumento neoliberal que trata de justificar la inevitabilidad de someter el desarrollo de los países a los dictados del mercado, bajo el supuesto de la igualdad de oportunidades para todos. Es en este marco que se ha intensificado el proceso de apertura de los países menos desarrollados, como condición para la supuesta inserción competitiva en los mercados internacionales. No obstante, la realidad dista mucho del planteamiento teórico, pues en la práctica globalización no significa homogeneización de las economías, sino más bien profundización de la brecha económica y tecnológica entre los países más desarrollados y el resto de naciones del planeta. En este sentido el concepto de globalización viene a ser como el pretexto para ampliar el dominio del capital transnacional sobre las economías menos avanzadas, a través de los flujos de capital de préstamo y de inversiones directas, así como de la penetración de los medios de comunicación masiva.
Aunque los voceros del capital transnacional muestran la globalización como el resultado aparentemente lógico de la expansión del mercado a nivel planetario, este enfoque tiene detractores aún en sus propias filas. Uno de los magnates de la especulación financiera, George Soros, pone en entredicho la supuesta efectividad de la economía sustentada en lo que el llama el "fundamentalismo del mercado", al cual responsabiliza de que "el sistema capitalista global carezca de solidez y sea insostenible". (Soros, 1999:22)
Esta reflexión es importante, toda vez que la Universidad, incluyendo la Universidad pública, ha ido descendiendo en su escala de valores al pragmatismo mercantil, a tal punto que el criterio economicista, cortoplacista, termina imponiéndose a la búsqueda de la excelencia académica y científica, limitando de esta manera su papel en la transformación del entorno socioeconómico dentro del cual está inserta. Es cuestión de ética, de compromiso con la sociedad en su conjunto, lo cual no es típico de la economía orientada solamente por la "mano invisible" del mercado. La fetichización de este último no ha hecho más que promover el consumismo desaforado en las naciones más desarrolladas, produciendo el creciente deterioro del medio ambiente y el agotamiento de los recursos naturales del planeta, así como la intensificación del parasitismo económico, especialmente en el campo de la especulación financiera y bursátil, lo cual ha generado una creciente incertidumbre y desestabilización a nivel mundial.
En el aspecto socioeconómico la globalización sustentada en el fetichismo mercantil, lejos de solucionar problemas como la pobreza, el atraso económico y el deterioro ambiental, ha profundizado la brecha entre un puñado de naciones privilegiadas y en resto del mundo. Se estima que en la actualidad por lo menos 1200 millones de personas sobreviven en la miseria, con ingresos que no superan un dólar diario, y se prevé que muy pronto esta cifra llegue a los 1500 millones. (Banco Mundial, 1999: 3). Si miramos el mapa económico del mundo, aún asumiendo metodologías generosas, la mayor parte de la producción, el consumo y los avances tecnológicos se concentra en un grupo de países que no representan ni el 20% de la población total de las naciones del planeta. De acuerdo con el último informe del FMI, las 28 economías más avanzadas, que representan apenas el 15.5% de la población mundial, generan el 57.4% del producto y controlan el 77.6% de las exportaciones mundiales de bienes y servicios, al tiempo que 128 países en desarrollo, con el 77.7% de la población planetaria, solo participan en el 36.8% del producto y el 18% de las exportaciones (IMF: table A). La tendencia a la desigualdad se acentúa, pues si hace cuarenta años la renta de los países desarrollados era 30 veces superior a la del 20 por ciento de los más pobres, hace cinco años llegó a ser 80 veces mayor. (El Tiempo, 16/04/200)
En este proceso apabullante de la globalización a veces se dejan de lado aspectos como la transculturación, resultado de la profundización de relaciones asimétricas entre los pueblos del mundo. De acuerdo con el Sela, la dimensión cultural es muy importante para poder hacer una lectura coherente del mundo contemporáneo. " Los modelos de economía política y de relaciones internacionales actualmente vigentes no pueden por sí solos explicar, dar sentido y proponer políticas orientadas a la solución de los problemas multidimensionales que hoy enfrentamos".(Sela,1996)
La globalización ha afectado, para bien o para mal, las culturas dependientes que lenta pero sostenidamente van perdiendo su identidad, al asumir patrones de comportamiento sociocultural a imagen y semejanza de las naciones más desarrolladas. Al mismo tiempo, el resurgir de los nacionalismos y la lucha por el afianzamiento de los valores locales, así como la globalización de los canales de comunicación planetaria, generan nuevas oportunidades para la internacionalización de culturas antes ignoradas.
Pero, independientemente de las contradicciones asociadas al fenómeno de la globalización y de la economía de mercado, especialmente la persistencia de la asimetría tecnológica y socieconómica entre las naciones, no hay duda de que nos encontramos ante una fase del desarrollo capitalista mundial cualitativamente diferente a la etapa toffleriana de la "segunda ola", caracterizada por el predominio de la gran industria, sustentada en elevadas escalas de producción masiva. El carácter de los cambios tecnológicos ocurridos en las últimas décadas han con conducido al surgimiento de una especie de "nuevo continente sin tierra", en el cual las fronteras convencionales prácticamente desaparecen, dando lugar a la aparición de una "nueva economía" (Ohmae, 2000)
En este nuevo escenario se está modificando radicalmente el paradigma de crecimiento sustentado solamente en sectores tradicionales de la economía, los cuales han tenido que reestructurarse en concordancia con las nuevas tecnologías, dando paso al surgimiento de nuevas actividades como los servicios informáticos, los servicios de consultoría, la educación por Internet, el comercio electrónico, la producción de software, etc. Igualmente han aparecido en el escenario laboral nuevas profesiones como "técnicos en control de datos", "analista de investigación de mercados-online", "programador de Webs", "director de contenidos", "técnico de sistemas de vídeo on-line", "ingeniero de audio on-line", "director de producto on-line", "ejecutivo de cuentas on-line", "director de operaciones on-line", "ingeniero de sistemas Web", "director general de Web-administrador de Webs", "director de desarrollo de negocios on-line", "director de marketing on-line", "director de licencias on-line", "vice-presidente de negocios on-line". Como señala un estudioso del tema, en los Estados Unidos, estos nuevos profesionales alcanzan sueldos que oscilan entre los 40 y 110 mil dólares anuales, sin incluir la participación en beneficios y/o incentivos por parte de quienes ocupan puestos de gestión. (Carpintier, 2000). La producción e intercambio de información de todo tipo se ha convertido en el principal jalonador de la economía norteamericana, así como también en factor desestabilizador, vía mayor especulación con las llamadas acciones tecnológicas, que en la mayoría de los casos no reflejan la situación real de las empresas.
En estas nuevas condiciones, aún considerando el carácter desigual del desarrollo económico a nivel mundial, no hay duda que surgen perspectivas atractivas para los países menos avanzados. El reto consiste en saberlas aprovechar de manera creativa, como lo han hecho ya algunos países en desarrollo (Sudeste Asiático, India).
Como reflexión final podemos decir que la llamada globalización no es de lejos la panacea de los males que aquejan al mundo contemporáneo, pero tampoco es la causa única de los mismos. La globalización no es más que una etapa en el largo proceso de internacionalización de las relaciones capitalistas de producción, liderada por las empresas transnacionales, cuyo inicio se remonta bien atrás en la historia de los pueblos y durante el cual las relaciones internacionales se han caracterizado por todo, menos por la reciprocidad y la convivencia pacífica. (Ferrer, 1998)
Globalización del conocimiento
En el centro de los cambios surgidos al interior de la estructura socioeconómica mundial se encuentra la profundización y expansión del conocimiento, el cual se constituye en el determinante de las ventajas comparativas de los países. Estas ventajas ya no se basan en la dotación de recursos naturales, la mano de obra barata o la ubicación geográfica, sino en el desarrollo del talento humano, cuyos conocimientos y habilidades no solo hacen posible mejorar las ventajas competitivas en la economía mundial, sino también encontrar alternativas de solución a los problemas económicos y sociales de los entornos nacionales y locales(Chaparro, 1998; Romero, 1993: Capítulo I). A este proceso ha contribuido en forma notoria la llamada revolución de la información.
Es tal la importancia de la información que para personalidades como el expresidente de la Unión Europea, Jaques Delors, esta se constituye en el petróleo del siglo XXI (Foix, 2000). La información está cambiando incluso la vieja noción de imperialismo. Ahora se habla no solo de imperialismo económico, militar y político, sino también mediático y comunicativo, gracias al uso de la información por parte de los monopolios de las comunicaciones como medio para manipular la opinión pública mundial. Por eso en la actualidad " el más fuerte no es únicamente el que más tiene, sino también el que más sabe, el que mejor comunica, el que arbitra el alto tribunal de la opinión pública local, nacional o mundial"(Foix, 2000).
La revolución de la información ha modificado también el tradicional esquema de producción en masa para dar paso a sistemas económicos flexibles, orientados a nichos especializados de mercado. "La revolución en la información no solo hace posible, sino que a su vez es realimentada, por la quiebra de la producción masiva y el mercado de masas. La desmasificación es una causa clave de la Revolución Informática. De forma inevitable ocurrirán cambios en la distribución básica de la riqueza y el poder, como resultado simplemente del empleo de las nuevas tecnologías de la información" (Descentralización industrial).
Esta revolución igualmente ha profundizado el proceso de terciarización del empleo. El porcentaje de trabajadores de los países más avanzados, empleados en los procesos fabriles, ha descendido significativamente en los últimos 20 años. En los Estados Unidos, por ejemplo, en la actualidad solo el 9% de la población total (unos 20 millones de trabajadores) se dedica a la fabricación de objetos para unos 250 millones de personas, mientra que 65 millones de trabajadores, "suministran servicios y manipulan signos" (Descentralización industrial). Se trata no solo de cambios cuantitativos, sino también cualitativos, toda vez que los empleos ubicados en el sector terciario están asociados al uso de tecnologías de punta, las cuales involucran conocimiento avanzado.
Pero no solo en el sector terciario se están dando estos cambios. Hoy practicamente todas las profesiones, en mayor o menor medida, dependen de la tecnología de la información para poder desempeñarse eficientemente. Esto se refiere en particular a la gerencia. Según una publicación especializada, "los viajes intercontinentales en tiempo real vía Internet, la extinción de obstáculos geográficos, políticos y culturales, los grandes flujos de capital que se pasean orondos por el mundo y un cliente nacional e internacional cada vez mejor informado y más exigente, requiere la formación de un nuevo gerente." (Revista Gerente, 2000: 12)
Fenómenos como el desarrollo de las comunicaciones satelitales y la aparición de la Internet, cambiaron radicalmente el proceso de producción y circulación de la información entre todos los puntos geográficos del planeta, a costos considerablemente bajos si se comparan con los que existían hace tan solo una década. Todo esto ha desembocado en una especie de sobresaturación de información, al punto que en la actualidad el problema del conocimiento depende no tanto de si tenemos o no acceso a la información, sino de la forma en que hagamos uso de ella. La hiperinformación puede conducir a situaciones paradógicas en las que no logramos ubicarnos en nuestro objeto de estudio o en nuestra área de interés. Por eso, uno de los desafíos es el de "como convertir información en conocimiento útil, y el de cómo aprovechar el proceso de generación y apropiación del conocimiento para inducir procesos dinámicos de aprendizaje social", de tal manera que el impacto en el desarrollo de las capacidades y las habilidades de las personas y las organizaciones se conviertan en factor de cambio(Chaparro, 1998b).
Para lograr dicho objetivo es necesario todo un proceso de análisis que identifique los componentes que realmente nos pueden servir para esclarecer los interrogantes que surgen dentro de determinada área del saber. "Es decir el conocimiento requiere de cierto grado de razonamiento y enjuiciamiento que organiza la información mediante su comparación y clasificación. Para ello es necesario un ejercicio interactivo sujeto-objeto del conocimiento, en el cual se debe asumir una posición crítica y creativa, con el propósito no solo de apropiarnos de la información disponible, sino, además, y sobre esta base, generar nuevo conocimiento". (Romero, 1999:27-28)
Pero el conocimiento tropieza a veces con talanqueras culturales difíciles de superar. La resistencia al cambio frena las posibilidades de avanzar en el conocimiento científico y promueve el consumismo de saberes elaborados en otras latitudes y para otras realidades, sin evaluar su conveniencia o no, en la solución de nuestros problemas. Por eso la pereza mental, el no querer ver más allá de los árboles, es tal vez el mayor obstáculo que impide aprovechar de manera creativa las bondades de la globalización del conocimiento. Todo esto reproduce incesantemente una carencia relativa de saberes que impide la transformación de nuestras estructuras socioeconómicas, de acuerdo con los retos de una sociedad mundial cada vez más interconectada y competitiva.
Papel de la educación superior en la creación de conocimiento
La educación superior está llamada a jugar un papel cada vez más importante no solo en la formación de profesionales, sino fundamentalmente en la generación de nuevos conocimientos, que respondan a las necesidades de la sociedad en el corto, mediano y largo plazo. Ahora bien, si nos referimos a la llamada sociedad del conocimiento, la formación profesional ya no solo debe centrarse en el desarrollo de ciertas habilidades especializadas, sino también de la capacidad para resolver creativamente los problemas imprevistos que se puedan en la práctica laboral. En este sentido es urgente revisar los paradigmas curriculares en los cuales se sustenta la educación universitaria en países menos desarrollados, dados los pobres resultados en el campo de la investigación básica y aplicada y en la poca capacidad de respuesta por parte de los profesionales frente a los retos que le plantea la sociedad actual.
Tal como se resaltó en la pasada Conferencia de la Unesco, "la educación superior ha dado sobradas pruebas de su viabilidad a lo largo de los siglos y de su capacidad para transformarse y propiciar el cambio y el progreso de la sociedad. Dado el alcance y el ritmo de las transformaciones, la sociedad cada vez tiende más a fundarse en el conocimiento, razón de que la educación superior y la investigación formen hoy en día parte fundamental del desarrollo cultural, socioeconómico y ecológicamente sostenible de los individuos, las comunidades y las naciones". (Unesco, 1998a
No quedan pues dudas sobre la importancia de la educación superior en la transformación de los entornos. Sin embargo, la magnitud y profundidad del impacto de la academia y la investigación dependerán en gran medida del desempeño de las entidades universitarias.
Compromiso de la Universidad
Como centro generador de conocimiento la Universidad tiene el compromiso estratégico de transformar su entorno inmediato y mediato, con el fin de mejorar permanentemente la calidad de vida la población, entendida esta no solo como la satisfacción de la demanda de bienes y servicios, sino también como el desarrollo cultural y la conservación y mejoramiento del medio ambiente. Además, la Universidad debe asumir la responsabilidad de contribuir a la inserción competitiva de los diferentes sectores de la economía local, regional y nacional, en los mercados internacionales.
Es decir, la Universidad debe preocuparse no tanto por la búsqueda del conocimiento en sí mismo, sino que debe tratar de encontrarle una aplicación práctica. Según la conferencia de la Unesco, "actualmente la universidad estima que sus funciones van más allá de la visión de Newman para abarcar la utilización de los conocimientos adquiridos a fin de aumentar (directa o indirectamente) el bienestar material, la felicidad y el confort de la humanidad. En nuestros días la enseñanza superior se considera una institución destinada no sólo a ampliar conocimientos y a formar a los jóvenes sino también a difundir y a aplicar esos conocimientos." (Unesco, 1998b)
Este planteamiento es especialmente válido en la actualidad, pues los cambios del siglo XX han trastocado el esquema convencional de Universidad. En un encuentro realizado en la ciudad de Córdoba, Argentina, a finales de 1998, se constata cómo la Universidad del siglo XX se vio seriamente afectada por una crisis de identidad, "producto de los grandes cambios sociales, políticos y tecnológicos que ha experimentado el planeta y de la transformación de valores y metas que ha representado para algunas instituciones el responder a ellos", al tiempo que otras se resisten a aceptar la imposición de modelos como el neoliberal, que busca reducir la educación superior a un instrumento para generar profesionales orientados a satisfacer las demandas del mercado. (Encuentro, 1998)
Ahora bien, si el conocimiento generado desde la Universidad es fundamental para enfrentar el reto competitivo del actual proceso de globalización, para ello es indispensable "lograr una mejor integración entre los programas de educación superior y los de ciencia y tecnología, tanto en investigación como en transferencia de conocimientos", lo cual requiere de una reorganización de las estructuras académicas y de investigación científica en todas la áreas y niveles, quebrando "el aislamiento y fraccionamiento que actualmente existe".( Revista Asuntos, 1999:183)
La Universidad también es un medio importante para lograr una inserción más ventajosa de las regiones y localidades en la economía mundial. De acuerdo con John Goddard, el cual a su vez hace referencia al libro de Kanter,R.M, World Class, "en el futuro triunfarán aquellas empresas, grandes y pequeñas, capaces de cumplir los criterios internacionales y de utilizar las redes mundiales. Lo mismo ocurrirá con las ciudades y regiones que consigan vincular las empresas de sus territorios a la economía mundial, dado que los factores de la mundialización tienen tanta influencia que las comunidades deben establecer una relación entre lo mundial y lo local y crear una cultura cívica para atraer y retener o “integrar” las inversiones móviles. El desafío consiste en encontrar maneras en que la economía mundial pueda funcionar en el ámbito local liberando estos recursos que distinguen un lugar de otro. El argumento esencial para ello es que las universidades pueden ofrecer un recurso vital de ubicación en la economía mundial." (Goddard,1998)
¿Qué hacer?
Como hemos observado a lo largo de este escrito, son muchos los retos que debe enfrentar la Universidad para poder desempeñar un papel más efectivo en el proceso de acondicionamiento de los entornos nacionales, regionales y locales, a las nuevas realidades de un mundo cada vez más interdependiente, aunque desigual. En este sentido, existen diversas propuestas sobre las acciones que se deben emprender para colocar a la Universidad en el sitio que corresponde. En el objetivo general del Plan de Acción para transformación de la educación superior en América Latina y el Caribe del CRESALC, se busca "lograr una transformación profunda de la educación superior en América Latina y el Caribe, para que se convierta en promotora eficaz de una cultura de paz, sobre la base de un desarrollo humano fundado en la justicia, la equidad, la democracia, y la libertad, mejorando al mismo tiempo la pertinencia y la calidad de sus funciones de docencia, investigación y extensión, ofreciendo igualdad de oportunidades a todas las personas a través de una educación permanente y sin frontera, donde el mérito sea el criterio básico para el acceso, en el marco de una nueva concepción de la cooperación regional e internacional".( Revista Asuntos, 1999:186)
Para ello se recomienda una serie de acciones o programas orientados al mejoramiento de la pertinencia, de la calidad, de la gestión y el financiamiento, así como a la gestión académica de las nuevas tecnologías de información y comunicación y a la reorientación de la cooperación internacional.(Revista Asuntos 1999:187)
En general, se trata de repensar el modelo de aprendizaje practicado en los centros de educación superior, con miras a potenciar un conocimiento más acorde con las exigencias de las nuevas tendencias de la economía y la sociedad. En este sentido se habla de la economía de aprendizaje, definida como "una economía en la que el éxito de los individuos, las empresas y las regiones refleja la capacidad de aprender (y de olvidar las prácticas pasadas); la evolución es rápida, las aptitudes pasadas quedan obsoletas y se exige nuevas capacidades; el aprendizaje abarca la creación de competencias y no sólo un mayor acceso a la información; el aprendizaje continúa en todos los sectores de la sociedad y no únicamente en los de alta tecnología; y la creación neta de empleo se produce en sectores con alto coeficiente de conocimientos (investigación y desarrollo de alto nivel, proporción elevada de títulos universitarios y situación laboral que empeora para los trabajadores no calificados)" (Goddard,1998)
Igualmente, es indispensable revisar el esquema administrativo de las Universidades, de tal forma que las dependencias se pongan al servicio de la academia y la investigación y no de intereses extrauniversitarios, o incluso antiuniversitarios, como desafortunadamente ocurre a veces. El manejo gerencial de la educación superior debe sustentarse en indicadores de calidad, los cuales no necesariamente se deben medir en términos de rendimientos monetarios, sino a través de la evaluación permanente del desempeño de los egresados de la diferentes carreras, así como de la influencia de la Universidad en el cambio socioeconómico y cultural de su entorno.
También es importante revisar los términos de contratación de los docentes, partiendo de criterios fundamentados no solo en el acervo de conocimientos y títulos, sino también en la evaluación de la capacidad investigativa y pedagógica del aspirante. En este mismo sentido es necesario perfeccionar los sistemas de evaluación de los estudiantes que aspiran a ingresar a la Universidad, teniendo en cuenta su capacidad cognitiva y de trabajo.
Las Universidades deben trascender la formación profesionalizante, cuyo resultado es un egresado con título pero con poca capacidad de influir creativamente en la transformación de su entorno. El título debe ser, más que una constancia de estudios, el reflejo del cambio cualitativo e integral que debe darse en el cerebro del nuevo profesional. Al respecto, no sería descabellado establecer un examen final del egresado, en el que se evalúe no solo los conocimientos adquiridos durante la carrera, sino, fundamentalmente, la capacidad de respuesta a los problemas que le plantea su entorno.
Conclusiones
Con la profundización del proceso de globalización económica, política y cultural, la Universidad está llamada a desempeñar un papel más activo en la formación de profesionales con visión universal, pero con capacidad de respuesta frente a la problemática nacional, regional y local. Esto con el fin de lograr un posicionamiento más ventajoso de nuestros países en los mercados internacionales, sobre la base de un desarrollo interno más humano y sostenible. Para el logro de este objetivo se requiere una mayor rigurosidad científica en el trámite curricular, de tal manera que el egresado sea no solo la suma de conocimientos acumulados en su cerebro, sino que adquiera una formación integral, que le permita influir creativamente en la transformación de su entorno.
Pero el papel de la Universidad no debe limitarse solo a la formación de profesionales, sino que como centro de producción de conocimientos le corresponde la búsqueda de soluciones a los problemas del medio en que transcurre su accionar. Para ello es necesario salir de los muros universitarios e interactuar con el entorno, así como estar al día con las tendencias de la ciencia y la tecnología a nivel mundial. La Universidad introvertida y profesionalizante está llamada a desaparecer.
Es necesario además reformar a fondo el estilo de manejo administrativo, de tal manera que el desempeño de las instancias universitarias sea en función de la excelencia académica y la producción de nuevos conocimientos. Es un reto difícil pero inevitable si queremos superar el atraso relativo y encontrar alternativas de desarrollo más acordes con las exigencias del mundo actual, tanto en el plano global como en el local.
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