lunes, 28 de febrero de 2011
Valores y conciencia humana: Un nuevo enfoque de liderazgo
Dr. Francisco Rangel Cáceres
En los últimos años hemos escuchado infinidad de discursos acerca de la urgente necesidad de mejorar la economía de las naciones envías de desarrollo, inclusive la OCDE en diversos países, permanentemente desarrolla un papel de suma importancia en la evaluación y la propuesta de alternativas para la mejora continua, ya que al optimizar la economía se espera disminuir el impacto de la pobreza en la sociedad y mejorar las condiciones de vida de los sectores más desfavorecidos. Para alcanzar lo anterior, los líderes de las naciones proponen diversas tesis donde se resalta principalmente, que se debe atacar de frente el problema de la falta de competitividad de la nación, para comercializar con éxito sus bienes y servicios en el contexto internacional.
Se promueven una cantidad importante de indicadores que integran la ventaja competitiva de una nación, los cuales van desde el costo de la energía, las vías de comunicación, la seguridad social, la eficacia de los trámites burocráticos, entre otros. Sin embargo, un elemento que la mayoría de las veces se comenta de manera superficial en los discursos de los políticos y que además se refleja en las acciones de los gobiernos, es el papel determinante que desempeña el capital humano en la competitividad de una nación, ya que sin la preparación pertinente de éste, la competitividad se ve afectada. Además en los últimos años se ha comprobado que el nivel de educación de los individuos no solo incide en el aspecto económico, sino que también existe una estrecha relación con beneficios no económicos, como la mejora del estado de salud y mayor sentimiento de bienestar social. Cuando las naciones en vías de desarrollo comprendan que el alma motora de la economía de una nación es su gente, entonces las acciones de los gobiernos estarán alineadas con las necesidades reales del entorno, desarrollando entre otros, programas de educación con visión de mediano y largo plazo, que satisfagan las necesidades reales de la sociedad y no con los intereses de un grupo reducido de personas.
En los últimos treinta años, nos ha tocado vivir una era en constante transformación, con una dinámica impresionante, donde el cambio ha sido la norma. El contexto se transforma a una velocidad sin precedentes, lo que hace diez, cinco e inclusive un año atrás, era actual, ya no es vigente en el presente. En cualquier ámbito del quehacer económico el grado de obsolescencia es un enemigo con el que se tienen que luchar a diario para estar al día. Es sorprendente observar como a través de la historia el medio ha cambiado drásticamente, modificando la manera de vivir, la forma de comportarse y de relacionarse, de cada una de las generaciones. Así mismo, todas las actividades que tienen que ver con la generación de riqueza, también han evolucionado, de ser una sociedad donde su economía se sustentaba en la agricultura, avanzó a una que generaba riqueza a través de la industrialización de los recursos naturales, hasta forjar en nuestros días una economía con base en el uso competitivo del conocimiento.
La historia nos ha permitido ver, como cada generación ha contribuido con las siguientes para tener una mejor calidad de vida, sin embargo el desarrollo económico ha traído consigo un sin número de aspectos que inciden de manera directa en el ser humano. La pérdida de valores, la desintegración familiar, la falta de tiempo para convivir, la falta de aptitud para relacionarse, la falta de adaptación social, la desigualdad económica, entre otros. Haciendo mucho más compleja para las instituciones de educación la tarea de educar a los líderes del mañana.
La queja principal de la sociedad moderna es que en los últimos años hemos tenido profesionistas que se han formado en las mejores universidades del mundo, con capacidad intelectual pero con una pobre conciencia humana y de valores, los cuales al momento de estar desempeñando su función en las organizaciones sus actos de falta de compromiso social, de lealtad, de honradez y de trabajo en equipo, desmeritan por completo su capacidad técnica. Los sectores productivos también claman por líderes que posean un enfoque sistémico, que posean habilidades para mantener sus conocimientos actualizados a través del tiempo, que sus habilidades técnicas y de comunicación sean las adecuadas, que sus aptitudes sean las suficientes para insertarse con eficacia al mercado laboral, pero sobre todo demandan que sean éticos y con un enfoque humano, ya que antes de ser profesionistas, son seres humanos, trabajarán con personas y se integrarán e interrelacionarán con equipos de trabajo conformados también por individuos.
Por lo antes expuesto, esta sección tiene el propósito de compartir mes a mes con nuestros amigos lectores, cómo la transformación acelerada del entorno ha impactado positiva o negativamente en todos los aspectos que intervienen en la sociedad, y cómo ésta requiere de un nuevo enfoque de liderazgo, para hacer frente a las exigencias del siglo XXI. A través de la sección “Líderes del Mañana” construiremos sus principales características, aquellas actitudes, aptitudes y valores que son determinantes para liderar el cambio, para favorecer un desarrollo integral y creativo de sus colaboradores, pero sobretodo para la reconstrucción una mejor sociedad.
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