lunes, 10 de enero de 2011
¿Universidades socialistas?
Sigfrido Lanz Delgado
Las universidades son sustantivamente centros de estudios, lugares para la generación e intercambio de saberes. En ellas, docentes y estudiantes se reúnen alrededor de la preocupación por saber más acerca del mundo, recrear los conocimientos ya existentes, refutar unos, inventar otros. A los docentes corresponde producir esos saberes y a los estudiantes aprenderlos; y además, ambos se reúnen en los espacios correspondientes a los fines de que ocurra eso que tradicionalmente se ha llamado proceso de enseñanza-aprendizaje. El resto de las personas que laboran en la universidad apoyan el cumplimiento de aquella tarea, ayudan a la concreción de tan noble fin. Tal es la razón de ser de la institución universitaria. Esto significa que a la universidad no debe confundírsela entonces con una iglesia, con una fábrica, con un partido político, con una institución bancaria, con un fundo ganadero, con una hacienda agrícola, con una empresa comercial, pues ninguna de estas instituciones cumplen la misión de la institución universitaria.
La universidad no es iglesia porque ella no adoctrina a sus miembros, aquí no hay fe que se siga ni sacerdotes que vigilen el cumplimiento de las disposiciones doctrinarias; tampoco es partido político porque en la misma sus miembros no militan en una organización de este tipo, no se acoplan a unos estatutos cuyo cumplimiento es obligatorio, ni mucho menos obedecen ciegamente a los mandatos de unos líderes; tampoco es fábrica, comercio o fundo, donde se produzcan bienes materiales, utensilios, cosas. Ni siquiera su razón de ser es la titulación de profesionales, la preparación para el trabajo, la formación de mano de obra, como parece creerse en los últimos tiempos. Esto último lo hacen los institutos de adiestramiento, como los politécnicos, El INCE, por ejemplo, pero no la Universidad, lo que no niega que a los estudiantes universitarios se les otorgue su correspondiente título profesional al concluir un determinado tiempo de estudios, pero este título se les da porque en la Universidad han adquirido formación, saber, conocimiento, no destrezas, competencias o pericias. Esto es técnica, capacidad para hacer, habilidad para fabricar; aquello es comprensión, inteligencia, sabiduría.
La universidad así pensada está abierta a todas las corrientes del pensamiento; no asumen sus miembros un único modelo pedagógico, un mismo método investigativo, una idéntica corriente teórica, una epistemología uniforme, una misma filosofía. Es que la universidad está reñida con la mismidad. Por esto es una aberración intentar ponerla al servicio de un determinado gobierno, de un partido, de una ideología, de una iglesia, de unos empresarios, en fin, de una sola y misma opción. Cuando esto sucede la universidad se descaracteriza y pierde su sentido, se deforma y convierte en otra cosa distinta a lo que debe ser.
Precisamente por haber sufrido tal parcialización a favor de un pensamiento político de tipo reaccionario, por haberse colocado a la orden de los intereses empresariales, por defender predominantemente el recetario neoliberal, por entregarse preferentemente a los sectores sociales con mayor poder económico en el país, por distanciarse de los intereses nacionales diversos y por alejarse de las mayorías venezolanas necesitadas de educación, es que nuestras universidades, llámese UCV, ULA, LUZ, UDO, USB, UNEG, etc., perdieron el prestigio académico que anteriormente tenían e igualmente perdieron el respeto tanto de la población mayoritaria del país como del gobierno nacional que ahora las trata con desdén, con descortesía y menosprecio; se dejaron conquistar sus docentes y estudiantes por el totalitarismo, esto es, por un pensamiento que convierte la totalidad en unidad, la diversidad en unicidad, la pluralidad en mismidad, el todo en lo único; dejaron de ser entonces tales instituciones, lugar para el encuentro de lo universal, sitio para la creatividad multiforme, instancia para la confrontación con los otros; dejaron de ser Universidades para convertirse en simples fábricas de profesionales, profesionales a los cuales además deben añadirse unos aprendizajes políticos reaccionarios, pues en esas instituciones recibieron un adoctrinamiento de este tenor.
Por lo dicho hasta aquí es que no logro asimilar con facilidad eso, expuesto por el Ministro de Educación Universitaria venezolano, profesor Edgardo Ramírez, de convertir las universidades del país en instituciones socialistas. Me parece que eso es hacer lo mismo anterior echando mano de otro justificativo. Es el mismo proyecto de la mismidad, llamado ahora de otra manera, eso es entubar mediante una imposición doctrinaria la acción universitaria. Por lo demás, esas universidades socialistas, serán ¿leninistas? ¿maoístas? ¿guevaristas? ¿marxistas estructuralistas? Estoy muy confundido ciudadano ministro, por eso le extiendo las preguntas siguientes ¿Cómo hará usted para hacer que los docentes y estudiantes que no comulgan con el socialismo se pasen a la izquierda y reconviertan las instituciones a las que pertenecen? ¿Y si se niegan a ejecutar esa reconversión, qué ocurrirá con estas? ¿Tal planteamiento suyo no le da argumentos a la derecha política para atrincherarse en las universidades donde ejercen control, pues si es pertinente una universidad socialista también lo es una neoliberal? Y éstas otras preguntas más terrestres ¿Qué se propone el gobierno nacional con ese achicamiento de los sueldos de los profesores universitarios? ¿Ese maltrato económico a los profesores y sus familiares rinde algún beneficio político al gobierno actual? ¿Es que el socialismo supone para los educadores salarios miserables? ¿Por qué una sola persona, es decir el presidente, decide cuanto y cuando debe incrementarse el sueldo de los docentes universitarios?. Finalmente una precisión. Todas estas dudas no ponen en cuestionamiento los logros alcanzados por el gobierno nacional en materia educativa; las misiones educativas son programas extraordinariamente nobles, infinitamente justos. De manera que no deben confundirse nuestras dudas críticas, las cuales apuntan más bien a señalar, con respecto a las universidades del país, que la política seguida por el actual gobierno venezolano es sencillamente catastrófica.
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