domingo, 16 de enero de 2011

Poder Popular y la transformación de la Universidad


Por: Luis Enrique Millán Arteaga

Introducción

Es necesario un serio y desapasionado análisis de la problemática de Proyecto a lo interno de la UBV, siendo vital en éste análisis incorporar a la Misión Sucre, porque si hay un fundamento primordial, una razón de peso para la urgencia de responder con un concepto propio de Proyecto a las necesidades planteadas, que tenga elementos que respondan a nuestra dinámica política e histórica inédita, es la puesta en escena de la Municipalización como única estrategia de lucha contra la universidad capitalista, y es que en el fondo, el gran marco histórico-político en el que se desenvuelve la razón de ser de la UBV y la Misión Sucre, es el conflicto contra el capitalismo y la necesidad de avanzar en la construcción del socialismo. Por eso podemos decir, no sin levantar polémica, que el problema de construir nuestra propuesta de Proyecto no es originariamente epistemológico, o pedagógico, es principalmente político, con consecuencias epistemológicas y pedagógicas, entre otras.

El pequeño análisis que presentamos para la reflexión tiene tres principales momentos, primeramente a nivel fenoménico. Solamente ponemos el dedo en lo superficial de ciertos conflictos, arrojando cerca la piedra de la reflexión, comprometidos con lo real como referencia. Pero sin dejar de llamar la atención sobre la urgente necesidad de dar solución, política primeramente, a lo señalado.

Los momentos son:

1. A lo interno de la estructura UBV – Misión Sucre
2. La relación UBV – Misión Sucre – Comunidad
3. Lo “vinculante” de la acción constructiva

Desde estos dos momentos, separados sólo como producto de un análisis, podemos entonces precisar algunas determinaciones del concepto de Proyecto las cuales deberían formar parte de un núcleo no negociable, a partir del cual construir colectivamente, teniendo siempre en cuenta que los colectivos no deben ser considerados tales simplemente desde lo cuantitativo, un colectivo no es un “gentío”. Al respecto, problematizando el concepto de “comunidad universitaria” como correlativo a una comunidad en su sentido amplio, es necesario tener claro el alcance de lo que se piensa construir, no es una simple metodología, a pesar que deriva en momentos metodológicos, no es un problema curricular, a pesar que impacta sobre lo que se ha venido trabajando a nivel de currículo, no representa un problema específico de alguna instancia estructural y particular de la universidad, a pesar que afecta y debe tener respuesta a nivel estructural de la universidad, lo que se pretende construir compromete a la institucionalidad responsable y decisora sobre lo universitario y la universidad, pensamos eso sí, que el alcance de lo construido debe ir más allá de esta, el concepto de Proyecto trasciende a la universidad y alcanza a la comunidad, a lo popular organizado.

El siguiente documento, resultado de discusiones con profesores y estudiantes de la UBV y la Misión Sucre, será puesto en manos de los diferentes grupos de discusión en nuestra universidad, profesores, estudiantes y autoridades UBV y Misión Sucre a través de la vía electrónica. Será también puesto al alcance de otras instancias de discusión colectiva, de manera que la problemática sobre Proyecto involucre la participación de diversos espacios de discusión y de construcción de poder popular. A pesar de contener una multitud de voces con las que hemos tenido contacto, me urge aclarar que no puedo sino asumir como propios los errores e interpretaciones en las ideas expuestas.

Primer momento: A lo interno de la estructura UBV-Misión Sucre

La brecha estructural entre la UBV y la Misión Sucre imposibilita cualquier construcción que pretenda aportar a la urgente tarea de construir una educación universitaria que se concrete como antagónica con la educación universitaria tradicional. Cualquier proceso que deje esta brecha sin solución no es sino un acomodo de la educación universitaria tradicional en desmedro de la universidad llamada a ser revolucionaria y a ser distinta por ser adecuada al momento político, por no dejar de lado como su prioridad a la lucha contra el imperialismo y el capitalismo.

La estructura por sedes de la UBV no facilita la incorporación popular a los espacios de la misma, mientras que las aldeas universitarias, a la luz de la nefasta separación entre lo “administrativo” y lo “académico” que aleja el encuentro UBV-Misión Sucre, son una concreción muchas veces ajena a las dinámicas propias de las sedes, llegando al grado de no poder garantizar la movilización del estudiantado UBV que hace vida en dichas aldeas, siendo muchas veces las dinámicas entre sedes y aldeas total y agresivamente enfrentadas. Esto deja un muy pequeño margen de respuesta a las directrices emanadas de la UBV como institución de vanguardia que acredita programas, ya que si bien los estudiantes de los programas UBV municipalizados son también estudiantes UBV, la discreción de sus actividades no se rigen sino por las orientaciones directas de las autoridades Misión Sucre (MS).

Esto no obedece a deseos personales, no lo creemos así, pero no observamos diligencia en las acciones para tender los puentes de entendimiento y colaboración, dejando esta situación en peligro de fracaso a cualquier intención de construcción colectiva que pretenda ver como iguales a los estudiantes de aldeas y de sedes. Si al problema de proyecto se le da simplemente un enfoque desde la dinámica de las sedes, se estaría dejando de lado al principal proceso que solucionaría el problema del desalojo del pueblo de las aulas universitarias: la Municipalización.

La aldea es la nueva universidad, y es una tremenda responsabilidad puesta en manos de uno de los voluntariados más grandes de la historia revolucionaria de este país. Dicho voluntariado, el profesor MS, está en tremenda desventaja con respecto a los privilegios del profesorado de las universidades tradicionales. El problema no es sencillo, pero es este mismo profesorado de la MS el que ha cumplido papeles fundamentales en el desarrollo de nuestro proceso de municipalización. Entre estos momentos claves, el proceso de desarrollo de la Misión UBV XXI, debe ser el reconocimiento y fortalecimiento del avance municipalizador como única posibilidad de democratizar el acceso a la educación universitaria y la clave del encuentro entre comunidades organizadas y las necesidades teóricas y prácticas en la construcción de un socialismo a la medida de nuestros tiempos. La UBV y la MS están llamadas a ser la universidad popular que se corresponde con el desarrollo de conciencia popular y el aumento del contenido popular del poder.

La construcción de un concepto de Proyecto, con todos los elementos que la hacen una construcción problemática y compleja, debe tener, en función de su operacionalidad, una respuesta estructural, tanto de la UBV como de la MS, lo que debe significar el encuentro político producto de la madurez de sus autoridades y de todo el resto de sus participantes. De otra manera sólo tendremos una construcción teórica que es cara a la praxis y que por su naturaleza, terminará quedando de lado, privilegiando y fortaleciendo a las viejas prácticas.

Segundo momento: La relación UBV – Misión Sucre – Comunidad

Sucede algo curioso con el concepto de “comunidad”, y en relación a ella, sucede algo igual de curioso con el concepto de “conocimiento”. En primer lugar, y esto ha quedado en evidencia en distintos espacios de discusión, una de las principales debilidades del concepto de comunidad está en su pretendida equivocidad, en otras palabras, como comunidad significa muchas cosas, muchas cosas pueden ser comunidad. Si bien parecen dos enunciados idénticos, detrás de ellos se esconden dinámicas peligrosas en relación a lo que nuestro proceso histórico ha privilegiado como el espacio de comunidad por excelencia. (Ver al respecto el artículo http://www.aporrea.org/educacion/a39811.html).

Comunidad puede ser entendida como una forma de unidad entre sujetos, los excluidos, los privados de libertad, los inquilinos en peligro de desalojo, entre otros, inclusive los miembros de una universidad como la UBV, algo tenemos de comunidad, producto de la convivencia, del encuentro en distintas problemáticas, y así con otros procesos. Sin embargo, hay un concepto de comunidad que actualmente esta siendo privilegiado por la actualidad política y está siendo puesto en escena como la forma, si bien no más avanzada aún, la que tiene mayores posibilidades de avance desde la perspectiva de nuestro momento histórico-político, de hecho, la forma material concreta sobre la que descansa la concreción de nuevas formas de acción, de derecho, de lucha contra el capitalismo, entre otras, es la unidad básica que conforma a la ciudad como centro de la nueva geometría del poder, estamos pues refiriéndonos a la comuna, la comuna como el rostro del derecho a la cuidad, como lo concreto de la participación y el protagonismo del pueblo en los asuntos públicos.

La comuna tiene su sustento en el consejo comunal, y si bien existen muchas otras formas de organizaciones populares, la realidad política y social está poniendo en su lugar histórico a esta forma concreta, inclusive, la comuna es una forma de organizar lo popular organizado, disculpen la redundancia, dando solución de continuidad y unidad a la diversidad organizada que lucha por un futuro socialista.

Si observamos con algo de detenimiento a la comuna como forma incipiente de organización popular, podemos darnos cuenta como se configuran en torno a ella, de manera conflictiva, distintas formas de organización, distintas “comunidades” alternas. Organizaciones no gubernamentales, formas tradicionales del poder local, medios de comunicación, institucionalidad y burocracia, estructura legal, como la incomprensible ley del servicio comunitario desde la perspectiva de la UBV y la Misión Sucre, en fin, es de esperarse que un concepto inédito entre en conflicto con lo “establecido” como formas de intervención y de comprensión de las formas organizativas en proceso de superación o superadas. Entre dichas formas de comunidad enfrentadas a la comuna, o al embrión de comuna, el consejo comunal, podemos ubicar a las comunidades universitarias en general y a la comunidad universitaria de la UBV en particular.

Me permito una urgente aclaración, no pretendo decir que la relación entre la UBV y los consejos comunales se establezca una relación de rechazo, de desconocimiento, no digo eso, a lo que hago referencia es a la relación problemática, a las distintas formas que van tomado las dinámicas para abordarlas. Algunos intentos van desde la visión cientificista que los encierra en la objetividad, otros mecanizan el contacto únicamente por la vía de “organismos competentes” como si su presencia en la universidad fuera accidental, otros simplemente le otorgan un espacio, que lejos de ser de encuentro, es más de mutuo convivir, y hay otros que la abrazan con fervor dándole la espalda a la universidad como institución vigente que tiene el deber de aportar y de ponerse al servicio de los consejos comunales. Aquí es donde entra en juego lo curioso del concepto de “conocimiento” que mencionaba al inicio.

Muchos piensan que, por ser la universidad tradicional negadora del conocimiento y saberes locales, de las grandes bondades de la práctica y el contacto directo con la realidad y sus problemas, la cual, muchas veces, escapa a los laboratorios y a las aulas de clase, se debe eliminar un tipo de conocimiento en virtud del privilegio de otro. Al final se resuelve una situación de antagonismo mediante la eliminación de uno de los extremos, sin poner la atención en la relación de unidad histórica entre ambos partícipes del conflicto. Así quedan en la cuneta importantes conocimientos que deberían asumirse y ponerse al servicio de la acción popular, termina todo lo producido por las universidades desechado al lado de lo inservible de las mismas.

Sucede lo mismo con quienes abrazan a los consejos comunales y desdeñan su dinámica real de ser objeto de conflictos históricos que los configuran como concretos de relevancia histórica, pretenden eliminar el antagonismo, directo reflejo del conflicto y lucha de clases, por la eliminación de la comunidad universitaria, sin entender que en el antagonismo está reflejado un vínculo esencial que no debe decidirse analíticamente por una de las partes, sino que debe llevarse hasta las últimas consecuencias dialécticas.

Con esto lo que trato de exponer es que en el mismo centro del conflicto con el concepto de comunidad que privilegia la historia, está la garantía de superación del concepto de universidad tradicional para el desarrollo de una universidad nueva, la universidad es un concepto con profunda vigencia y su presente es estar al servicio del pueblo. La universidad tradicional aún conserva algo de vida, algo que debe ser ocupado y puesto al servicio del pueblo organizado. La nueva universidad, debe construirse al calor del roce con las formas avanzadas de organización popular, no debe desaparecer ni dejar de concebirse a sí misma en función del conocimiento para todos. Cualquier construcción, en nuestro caso, del concepto de Proyecto, que se haga al margen de las necesidades del pueblo, un pueblo que superó su estereotipo de inmóvil mártir y se encamina con el alma erguida buscando su lugar en la historia, es una construcción vana y vacía, de nuevo será sólo teoría bastarda para el fortalecimiento de las prácticas viejas.

Tercer momento: Lo “vinculante” de la acción constructiva

En función de lo descrito resumimos dos enunciados: 1) La necesidad de una respuesta estructural que saque a Proyecto de la indefinición y le dé su lugar de concreción histórica; y 2) La urgente necesidad de incorporar a lo popular organizado en la construcción del concepto de Proyecto. Ambas ideas persiguen no sólo la coherente articulación universidad-pueblo como alternativa para actualizar al concepto de universidad al roce y calor de la vital actividad popular, sino que además posibilita que la acción tenga el peso operativo necesario, la obligatoriedad y cualidad de “vinculante” a lo interno de la estructura universitaria.

La estructura de la UBV tiene una historia de cambios y de conflictos naturales y esperados en el seno de una universidad que tiene la obligación de ser distinta. Desde la inicial estructura aprobada durante la gestión de la Rectora Fundadora María Egilda Castellano, donde existía una dirección de interacción Socio-comunitaria, todavía al margen de la incorporación del concepto de municipalización en el documento rector, pasando por las iniciativas de la Profesora Orietta Caponi en torno a su propuesta municipalizadora, finalizando en el desmontaje de la Coordinación de Proyecto y Pasantía al final de la gestión del Profesor Andrés Eloy, nos encontramos hoy, durante la gestión de la Profesora Yadira Córdova, en el momento político más complejo y desafiante para autoridad alguna, y podemos decir, uno de los principales elementos de resistencia para la concreción de una propuesta adecuada de Proyecto han sido los elementos de respuesta improvisados estructurales derivados de la ausencia de una estructura adecuada. Dicha estructura debe organizar a los distintos programas, a las distintas direcciones que hacen investigación en la UBV, entre otros entes.

Es necesaria la conformación de una estructura de consejos, direcciones, o el nombre que sea más adecuado, que pueda ser la unidad estructural que agregue el ingrediente vinculante a un proceso que debe tener coherencia para poder ser aplicado y asumido por la universidad y el pueblo organizado que identifica necesidades en su diaria praxis. De igual manera debe existir un correlativo de consejos, direcciones o como sea, a lo interno de los consejos comunales, de manera que la interrelación universidad-pueblo pueda tener algún referente estructural desde donde establecer los diferenciales de potencial que pongan en marcha la circulación de la actividad practica transformadora. Debe además oficiarse a la institucionalidad competente a incorporar en sus planes el reconocimiento de estas estructuras como una forma de organización autónoma e independiente de los poderes locales, de acuerdo a una elevación del concepto de autonomía como consecuencia de la dinámica de los consejos comunales.

Debe establecerse el ritmo de acción de ambas estructuras como producto de un revolucionario encuentro entre las comunidades organizadas y la UBV-Misión Sucre, tenemos que estar a la altura del momento, propiciar el encuentro, de manera que se pueda establecer un vínculo orgánico entre la comunidad que avanza ante el llamado de la historia y la universidad que asume su vigencia y su personalidad como bandera de un proceso que todos los días nos llega. La decisión es de los decisores.

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