domingo, 27 de febrero de 2011

Pensamiento sustentable para el siglo XXI.

Por Arturo M. Calvente

 Finalizando ya la primera década del siglo XXI y a sabiendas del camino recorrido en materia de sustentabilidad durante los últimos 30 años, poco puede agregarse conceptualmente a lo ya expresado por organizaciones, institutos, profesionales, científicos y políticos de todo el mundo. Mucho se ha dicho, se ha discutido y se ha negado, pero por sobre todas las cosas mucho se ha trabajado para que esta disciplina se integre como un elemento central para la transformación de este sistema-mundo basado en el ciego desarrollo capitalista. Sistema que hasta el momento, solo ha demostrado ser espectacularmente eficaz para la generación de beneficios en materia económico-financiera y para fomentar un impresionante desarrollo tecnológico al cual alimenta para la consecución de su expansión ilimitada. Pero poco ha hecho por desarrollar otras dimensiones esenciales para el fortalecimiento del humano como ser y no como “cosa”.

Por ello, a esta altura de los hechos, hay algo que desde mi posición, académica y profesional, no estoy dispuesto a negociar, diga lo que se diga. Creo que se han agotado los argumentos tradicionales para defender lo indefendible al mejor estilo “panglossiano” (en alusión al personaje de Voltaire): la innegable realidad histórica del capitalismo, tal como está hoy estructurada, debe ser necesariamente transformada en una nueva realidad.

Pero esta nueva realidad histórica debe manifestarse no porque existan “externalidades negativas” producidas por la incesante explotación de la actividad económica en pos de la generación de riqueza. Esto no es una negociación entre “ecología” o “riqueza”. La historia no ha terminado. La nueva realidad debe conformarse desde el humano mismo, volviendo a sus raíces para convertirse nuevamente en aquel sujeto constituyente, en un sujeto libre para trasnformar la realidad.

El sistema capitalista actual también fue en sus orígenes una idea iluminista, una forma completamente renovada de pensar la realidad que lamentablemente con el tiempo y con el poder adquirido se fue degenerando, transmutando en una entidad comunicacional muy efectiva que “nos piensa”. Estamos sumergidos, asimilando la idea de Heidegger, en una “existencia inauténtica”. Un espacio existencial en el cual el hombre olvida al ser para consagrarse al dominio de las cosas. El hombre ha muerto como sujeto constituyente para convertirse en un sujeto constituido por las cosas. En una realidad que ya no puede dominar, el hombre, se siente completamente impotente. Los efectos de esta situación sobre la personalidad conducen al fenómeno de la alienación, un espacio donde la persona “se experimenta a sí misma como un extraño”, como nos sugiere Erich Fromm. Pero al mismo tiempo, como sabiamente argumentaba Sartre, el humano vive alienado porque antes fue libre, lo que hay que hacer es volver a conquistar esta libertad.

Por ello el humano, debe volver a “pensar” su realidad. Lo necesita en forma urgente como “fuente” para recuperar su sentido de pertenencia a este mundo al cual ha abandonado. No hay que temer a esto. Aunque muchos digan que es “anticapitalista” o “antieconómico”, no nos dejemos engañar y revisemos la historia. El propio pensamiento capitalista surgió de la misma forma, en algún momento de la historia el hombre medieval dijo “basta”, dudó y a partir de ello comenzó a pensar una nueva realidad.

La sustentabilidad, no como “método” para el capitalismo actual sino más bien como base para el “pensamiento” de un nuevo capitalismo, ya no puede negociarse. A esta altura de las circunstancias no podemos perder más tiempo en discusiones contrapuestas acerca de la veracidad o no de los efectos del cambio climático, de la agudización de la pobreza, del cierre de los “dividendos”, del aumento de la contaminación o si la cumbre de Copenhagen cumplió las expectativas y tantas otras cosas más.

Aquellos que formamos parte de la disciplina de la sustentabilidad lo debemos entender bien: esas discusiones ya no son necesarias como argumentos para darse cuenta de que nuestra verdadera misión es trabajar con el tejido social, con el humano mismo. Para que vuelva a recuperar el “permiso de dudar” y pueda cuestionar seriamente si este mundo, que se despliega ante nuestros ojos con tanta omnipotencia, es realmente el “mejor de los mundos posibles”.

Este sistema-mundo tendrá muchas cosas buenas, las disfrutamos mucho y seguramente persistirán, pero también es incuestionable que existen otras alternativas que nos acercan mucho más a lo que realmente pensamos como lo “mejor” y lo “posible”. Ese es el espacio donde debe trabajar necesariamente el “pensamiento sustentable” para conformar el sistema-mundo del siglo XXI que todos anhelamos como humanos.

No es casual que en los últimos años, esta situación haya promovido el surgimiento de verdaderas comunidades de pensamiento sustentable, que desde el tejido social mismo y no desde otro lado tal vez “más esperable”, hayan logrado a base de fuerza y trabajo desinteresado un espacio de reflexión y participación ciudadana que nos integre. Donde podamos encontrar lo que realmente estamos buscando.

He observado con mucho agrado el enorme trabajo que RedUnirse está realizando para contribuir a conformar la base de esta nueva realidad histórica, y sinceramente les estoy muy agradecido por invitarme a formar parte de esta editorial.

El salario del profesor universitario


Durante muchos años en el país, trabajar en la Universidad (a cualquier nivel) era sinónimo de seguridad social y estatus. Es muy común la frase “tú estas cómodo, estas en la universidad”. En efecto, después del militar, el sector universitario era el más privilegiado en términos salariales y de beneficios sociales, aunque muchas veces, la preparación académica era inferior a los sueldos que devengaban los profesores.
Esta situación se fue empeorando con el tiempo y se llegó a un punto en el cual, trabajar en la Universidad, siendo joven es muy poco rentable, sí como lo leen, aunque no lo crean. Atrás quedaron los días en que los universitarios viajaban de vacaciones al extranjero con la familia completa y cambiaban de carro cada dos (2) años.

En la actualidad la situación del profesor universitario en términos salariales es muy delicada. Para que tengan una idea: un instructor a tiempo convencional que dicte 12 horas de clase semanal (3 secciones que totalizan entre 80 y 120 alumnos) tiene un sueldo cercano (posiblemente no llegue) a 1300 BsF. mensuales, a eso debe descontarle HCM y Ley de política habitacional por mencionar sólo dos (2) rubros. En el otro extremo, se encuentra el profesor titular a dedicación exclusiva que probablemente tenga un salario cercano a los 5 300 Bs.F (posiblemente tampoco llegue a ese monto). Entre el instructor y el profesor titular hay tres (3) escalafones y por lo menos 12 años de diferencia, es decir, que para llegar a ser profesor titular debe pasar al menos ese tiempo.

Los salarios mencionados anteriormente son brutos, es decir, sin descuentos de ley. Tampoco consideran si el profesor es director de una dependencia ó “Autoridad Universitaria”. Por otra parte, los profesores pueden tener una dedicación a “tiempo completo” y su salario sería un poco mayor que un docente tiempo convencional y más bajo que otro con dedicación exclusiva, dado su escalafón, vale comentar: instructor, asistente, agregado, asociado ó titular.

Como pueden observar, en la universidad venezolana existen diferentes escalafones y dedicaciones. Al igual que en las Fuerzas Armadas, no todos obtienen el mismo salario porque con los años se espera que trabajando y estudiando muy duro se llegue al escalafón más alto. El problema aquí es que llegar a ese nivel no es fácil porque lleva tiempo y mucho sacrificio.

Ante esta situación, surge la siguiente pregunta ¿el salario de un profesor titular a dedicación exclusiva (máximo escalafón y mayor dedicación) es cónsono con lo que cualquier otro profesional obtiene por su trabajo y con esos años de experiencia?, es decir, ¿Cuál es el salario de un profesional con 12 años de experiencia en el mundo corporativo?, en el mismo sector público ¿cuánto gana un diputado, un ministro o un presidente de instituto? (que muchas veces ni profesión tiene).

Esta situación ha hecho que la Universidad sea cada vez menos atractiva para la gente formada académicamente que quiera preparar a los profesionales del futuro. Es importante aclarar que para ser profesor ordinario (fijo) de una universidad se pasa por un proceso de selección, en el cual exigen una preparación académica que no se obtiene en un (1) mes. La pregunta es ¿quién, con un alto nivel académico vendrá a dar clase e investigar a nuestras universidades para comenzar ganando a lo sumo 2 000 BsF?
Todo indica que las universidades no serán una opción a tomar en cuenta para los más preparados, cosa que anteriormente si ocurría. Parafraseando al Profesor Francisco Contreras, “la pérdida del poder adquisitivo y el rezago en el salario ha hecho que los universitarios se conviertan en “mata tigres” profesionales y tengan que estar dando clases en muchas universidades y cuadrando el horario para poder movilizarse”. Este escenario no favorece la investigación ni la educación de calidad. En efecto, las universidades tienen graves problemas, pero eso es independiente de los sueldos de miseria con los que nos tratan.

Un profesor universitario gana mensualmente 60% menos que un taxista


La idea de que un profesor universitario venezolano vive con lujos y forma parte de la clase media alta es un mito. Estudios revelan que la capacidad de compra del profesorado en la actualidad es cinco veces menor a la que tenía el gremio hace 26 años. ¿Es justo el salario de un profesor? ¿Cuánto gana un catedrático en Venezuela?

Sin ánimos de desprestigiar ningún oficio, hasta un taxista gana más dinero que un docente dedicado a la educación superior pública. Los profesionales del volante pueden hacer en un día no tan bueno 300 bolívares fuertes que equivalen a ocho mil mensual. ¡Sin estar sujetos a un horario estricto ni realizar mayor esfuerzo intelectual!

Por el contrario, un profesor universitario de máxima categoría, que alcanza este estatus después de un mínimo de 15 años de servicio, hacer trabajos de ascenso, maestrías, doctorados y publicar artículos en revistas científicas arbitradas, apenas devenga un sueldo de cinco mil 166 bolívares fuertes mensuales. ¡La diferencia es significativa considerando la relación esfuerzo-remuneración!

La cuestión se pone más deprimente cuando hablando de la categoría más baja del escalafón: un asistente a medio tiempo gana 766 bolívares fuertes al mes según la tabla de sueldos vigente desde 2008 y aprobada por la Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU). ¿Es posible sobrevivir con tan poco dinero?

Época que no volverá
Año tras año el salario del profesorado se deteriora más. La inflación es uno de los principales responsables según un análisis elaborado por Rafael Piña Pérez, economista y profesor titular de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad del Zulia (LUZ). En 1984, entraron en vigencia las normas de homologación, instrumento que establece un ajuste de los sueldos de los profesores de todas las universidades y centros de educación superior públicos cada dos años, de acuerdo al nivel de inflación publicado por el Banco Central de Venezuela (BCV).

Ese año el sueldo nominal (dinero que percibe un trabajador a cambio de su labor) se fijó en 16 mil 50 bolívares de los anteriores. El sueldo real (capacidad del salario nominal para la adquisición de bienes y servicios de acuerdo al índice inflacionario) era el mismo. Veintiséis años más tarde, en 2010, el salario nominal se registra en 5.166.000 bolívares de los anteriores pero el salario real, tomando como base el año 1984,  es de tres mil 200 bolívares de los viejos, según cálculos propios del también vicepresidente de la Academia de las Ciencias Económicas y Sociales del estado Zulia. ¡5 veces menos!

Para recuperar el sueldo real de hace 26 años, un profesor titular a dedicación exclusiva tendría que ganar un salario nominal estimado en 25 mil bolívares fuertes.

Gastos por doquier
Al observar la realidad internacional se confirma la desventaja económica del profesorado venezolano. Según cifras de la Federación Venezolana de Profesores Universitarios de Venezuela (Fapuv), un profesor en Ecuador tiene un salario de tres mil 500 dólares al mes; en Colombia de cinco mil; y en México de cuatro mil 500.

Por experiencia propia, Karelis Fernández, presidenta de la Asociación de Profesores de LUZ (Apuz) sabe que en Panamá un docente de la máxima categoría gana dos mil 300 dólares. En Venezuela, haciendo la conversión al régimen cambiario oficial de 4.30, los profesores ganan entre 178 y 1200 dólares, de acuerdo al mínimo y al máximo escalafón.

La gremialista aseveró que los docentes universitarios ya no se cuentan ni siquiera entre la clase media. “Vivimos agobiados con las tarjetas de crédito hasta el tope que nos subvencionan las deudas que agarramos en enero hasta julio, cuando nos llega el bono vacacional y podemos hacer un abono grueso, y arrancamos de nuevo en agosto hasta diciembre que nos dan los aguinaldos”. En los recibos de pago sufren deducciones como cualquier empleado: préstamos de vivienda, vehículo, asistencia médica, farmacia, Instituto de Previsión Social y Caja de Ahorro. “Con lo que nos queda no vivimos”.

Juego trancado
¿Quién querría ingresar y permanecer en la carrera docente universitaria en estas condiciones de trabajo? Cada día es mayor la cantidad de profesores que buscan rebajar su carga horaria para asegurar otro trabajo fuera de la universidad que le genere más ingresos, agregó Fernández.

A pesar de las múltiples protestas y paros que ha impulsado la Fapuv desde 2008 en las 18 universidades nacionales adscritas en todo el país, las puertas de negociación salarial con el Gobierno parecen estar cerradas.

Sólo el presidente Hugo Chávez tiene la última palabra de cuándo y cuánto será el aumento. Esa es básicamente la respuesta de los cabecillas del Ministerio de Educación Universitaria, Finanzas y Planificación, la Asamblea Nacional y la vicepresidencia de la República a donde Fapuv ha acudido.

¿Crees que tus profesores merezcan devengar estos salarios tan poco competitivos? Sin duda, el conocer los ingresos fijos que suelen tener los docentes nos hace valorar su trabajo mucho más. ¡Trabajo de calidad por pura vocación!

Fuente: http://www.laverdad.com/

Propuestas para Las Universidades en La Sociedad del Conocimiento

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Los Movimientos Estudiantiles en Venezuela 1958-1990

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