miércoles, 26 de enero de 2011

La Revolución Bolivariana y la Universidad


Entrevista a Mervin Rodríguez (Director de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela)

“donde debemos dar la mayor participación es en la educación”

Marcelo Colussi
Argenpress


La Universidad es un sector clave en toda sociedad. De su seno salen la inteligencia que produce el nuevo conocimiento y los cuadros dirigenciales. La Revolución Bolivariana de Venezuela obviamente no ha descuidado este importante ámbito; pero se da ahí un fenómeno bastante especial: debido a décadas de políticas neoliberales privatizadoras y en beneficio de minorías, la universidad pública ha sufrido un proceso de deterioro presupuestario e ideológico, por lo que hoy, como sector, no está alineada con el proceso que vive el país. Por el contrario, en buena medida hace parte de la oposición política, y su población (docente y estudiantil) es portadora de un proyecto ajeno al socialismo. Para dar respuesta a esta situación, la Revolución ha puesto en marcha algunas políticas específicas cuyo éxito aún es materia de discusión.

ARGENPRESS abordó estos temas y por medio de su corresponsal en Caracas, Marcelo Colussi, dialogó con el Profesor Mervin Rodríguez, caraqueño, 51 años, director de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela –UCV–, la casa de estudios superiores más antigua y prestigiosa del país y con el mayor número de estudiantes, institución pública y bastión de la izquierda en otros tiempos.



Argenpress: En el marco del proceso revolucionario que está viviendo hoy Venezuela, ¿cómo contextualizar el lugar de la Universidad?



Mervin Rodríguez: La situación actual de la Universidad en Venezuela está caracterizada por una enorme fluidez en cuanto a la renovación de las opciones académicas, a la transformación de los programas de estudio, a la incorporación de grandes contingentes de estudiantes que no habían podido anteriormente acceder a la educación superior –este último es el problema básico, sin dudas– y por la revisión de lo correspondiente a la administración de la institución. En estos últimos años la Universidad no pudo crecer al mismo ritmo con que ha venido creciendo la demanda de la población estudiantil aspirante, no creció en la misma forma en que crecieron las necesidades de estudio superior por parte de los egresados del nivel medio. Los cuadros profesionales de la Universidad tienen que atender, fundamentalmente, el servicio público, de ahí que muchísimos docentes están hoy en la estructura del Estado. La Universidad tiene que estar en función de ese proyecto de transformación que vive hoy el país, y no para formar profesionales elitescos que sólo aspiran a un lucro individual. Un graduado tiene que tener un claro compromiso con el bienestar social, porque para eso se lo debiera estar preparando. Pero en Venezuela, en estos últimos años, debido a que no se pudieron acometer proyectos que en verdad logren ir cambiando esa situación, es muy común esa actitud individualista de un profesional volcado casi enteramente a su desarrollo personal y despreocupado de la problemática social. Como respuesta ante eso desde el Estado se intentaron generar otras áreas alternativas. En otros términos, se sacó el problema del seno mismo de la Universidad para dejarlo en manos de las nuevas misiones educativas que fue abriendo la Revolución, y por otro lado, generando nuevas herramientas como son la Universidad Bolivariana y la UNEFA –Universidad Nacional de la Fuerza Armada–. Con estas medidas se está buscando crear espacios donde pueda incorporarse toda esa masa de estudiantes que no logra acceder a la educación universitaria, que le resulta sumamente difícil, casi imposible llegar a una Universidad, considerando además que el país necesita recurso humano cada vez más calificado. En realidad no hay ninguna razón por la cual los aspirantes no puedan acceder a un cupo en la Universidad. Pero la realidad es otra: las Universidades públicas no ofrecen espacio a esa masa de aspirantes que desea profesionalizarse. Sucede, como recién decía, que la institución universitaria no ha crecido como debería. Crecimiento no es sólo tener más edificios; es, ante todo, disponer de mayor partida presupuestaria para crecer como proyecto dentro del país, para tener más impacto, para tener más docentes, para ampliarse en la investigación. Todo esto, a grandes rasgos, son los problemas centrales que definen la situación de la Universidad hoy día en Venezuela.



Argenpress: El mayor problema que define la situación universitaria actual es el escaso ingreso de población. ¿Por qué se da ese fenómeno?



Mervin Rodríguez: Esa dificultad que vemos hoy existe porque hay una suma de acontecimientos que se va sucediendo desde hace un tiempo. Desde principio de los años 70 se fue socializando en forma creciente la educación, fue creciendo la educación media, pero la ecuación superior no creció en la misma medida. Para los 70 se dicta la ley de universidades, y para poder ponerla en práctica las autoridades hicieron un allanamiento con lujo de violencia en esta Universidad Central; ese allanamiento tuvo a la universidad parada por casi dos años. Cuando se reabrió, toda la población estudiantil que había quedado represada allí ya representaba un problema con respecto a los cupos. Había promociones que habían quedado detenidas y empezaban a presionar para su ingreso, lo cual ya empezó a hacer del ingreso universitario un verdadero problema. Allí empieza a haber por primera vez problemas de cupo. Y eso fue creciendo y degenerando en un problema ya sin solución: aumentaba el número de bachilleres que salían graduados de la escuela secundaria pero la universidad no crecía al mismo ritmo. La nueva ley de universidades del año 1972 creó una instancia superestructural que es el CNU, el Consejo Nacional de Universidades. Eso no existía antes. Con anterioridad las universidades eran totalmente autónomas, desde todo punto de vista. Y fue el CNU quien comenzó a hacerse cargo de la administración de ese acceso a la educación superior. Con su metodología de trabajo esa instancia pasó a ser la puerta de acceso a la universidad. Por supuesto era muchísima la gente que no podía ingresar a los estudios superiores; comenzó desde ahí a haber un fuerte proceso de selección, y eran más los que quedaban por fuera que quienes lograban su cupo. Se hace un proceso de selección, un filtrado, que va dejando a muchos aspirantes en el camino, y muchos van optando por no ingresar finalmente. Muchos se van a estudiar otras carreras cortas, no terminan estudiando lo que era su vocación. En muchos casos es el CNU el que les asigna las carreras, según los índices académicos que fija, y eso no tiene en cuenta muchas veces las aspiraciones del alumno, con lo que termina estudiando algo que no quería. Toda esta contradicción se ratifica con otro proceso de selección más todavía que viven todas las universidades públicas: cada universidad, además de la prueba de admisión del CNU, coloca otra prueba más de admisión por facultad. Por supuesto esto hace muy complicado el ingreso, y en definitiva desestimula a los sectores populares. Con tantas pruebas van seleccionándose los mejor preparados, los mejores promedios, que lamentablemente no son siempre los alumnos que vienen del sector público, y así la universidad se nutre básicamente de los bachilleres egresados de los colegios secundarios privados. En ese sentido la universidad pública termina haciéndole un favor a los sectores más poderosos del país, porque con tanta prueba de admisión son los sectores mejor preparados los que pueden ingresar en las casas de altos estudios. En definitiva, entonces: la universidad pública termina trabajando para las clases más acomodadas. Además, la universidad pública sigue favoreciendo a esas clases más poderosas, dado que les brinda carreras, en forma gratuita, que no da la universidad privada. La universidad privada vive criticando el modelo de la universidad pública, y hay que reconocer que sí, efectivamente, en el sector público hay fallas: académicas, administrativas. Pero esa universidad privada no ofrece carreras como medicina, ni agronomía, ni ingeniería del petróleo, ni ingeniería mecánica. La universidad privada ofrece muy pocas carreras: economía, comunicación social, sólo algunas ramas de la ingeniería y administración de empresas. Son pocas, muy pocas comparadas con la oferta del sector público. Y por otro lado, y esto es fundamental, sólo en la universidad pública hay investigación. En las privadas no; ahí sólo se da clases.

Por ese motivo hay que buscar alternativas para incorporar más estudiantes en la educación superior sin tantas restricciones. De ahí que la Revolución abre nuevos planteamientos como son las nuevas universidades que se han creado: la Universidad Bolivariana y la UNEFA, Universidad Nacional de la Fuerza Armada. Hay muchas críticas contra estas opciones, pero no hay dudas que es un paso que se ha dado, más allá de errores que sin dudas existen todavía. Y todo eso, en el mediano plazo por supuesto que va a tener un efecto. Aunque aún haya muchos problemas por resolver, creo que vamos bien orientados.



Argenpress: ¿Alcanzan estas nuevas alternativas universitarias –la Bolivariana, la UNEFA– para dar una respuesta adecuada al problema de la crónica falta de cupo, de la exclusión? ¿Cómo rescatar la universidad pública para ponerla realmente al servicio de un proyecto revolucionario, nacional y popular?



Mervin Rodríguez: Tomando en cuenta que estas opciones que han aparecido recientemente con la Revolución todavía no son suficientes, deberían ensayarse entonces otros mecanismos más, para complementar. De hecho hay proyectos que han resultado exitosos en otros países, y bien podríamos nutrirlos de ellos, inspirarnos, ver qué podríamos tomar de esas experiencias. Me refiero a proyectos donde se utilizan las tecnologías de la comunicación, de la información. Es decir: deberíamos tratar de profundizar en la educación no presencial. Con los medios que tenemos a nuestra disposición podemos perfectamente dictar clases y difundir el conocimiento a través de mecanismos on-line. De hecho hay muchos post grados que trabajan de esa manera. Hay que buscar esas vías interactivas, novedosas. En Venezuela hay ya muchos y buenos ensayos, por ejemplo en el estado Táchira se han hecho cosas muy interesantes. Creo que este es un ámbito que debemos profundizar y aprovechar al máximo; eso permitiría que la educación llegue a todos lados, hasta la casa misma del interesado. Eso daría lo oportunidad de conocer, de investigar, de tener un mecanismo totalmente libre y abierto para todos para acceder al conocimiento, siempre monitoreado por los académicos.

Con estas alternativas podríamos complementar efectivamente los nuevos proyectos de educación superior que ahora la Revolución ha traído, con lo que la universidad pública podría cumplir entonces su objetivo de ampliar el cupo.



Argenpress: ¿Debería haber ingreso ilimitado, irrestricto, en la universidad pública?



Mervin Rodríguez: Si se abrieran mecanismos como estos que estamos mencionando, cualquiera podría estudiar. No debería haber ninguna restricción si alguien quiere estudiar, a no ser restricciones muy específicas y puntuales, algo de tipo vocacional. Pero eso sería un detalle secundario. La cuestión básica es que nadie debería quedarse sin la posibilidad de acceder a la educación superior si así lo desea. Si el principio en el que nos estamos basando en esta Revolución es la participación popular, justamente donde debemos dar la mayor participación es en la educación. ¿Dónde la población puede tener una mayor participación en su vida cotidiana? En la educación y en la salud. Al ámbito de la salud le ha pasado casi lo mismo que a la Universidad. En épocas pasadas los hospitales públicos fueron reconocidos como de alta calidad. Pero hoy día no se puede entrar a esos hospitales: mala atención, desatendidos, faltan insumos. En fin: parecen cárceles. Y todo eso obedece a una política que se ha venido implementando. La misma población, ante ese estado de cosas, termina por preferir hacer un esfuerzo y buscar un seguro de salud privado. De esa manera la salud privada crece mientras el sector público se va hundiendo. Y es el Estado a través de sus políticas neoliberales y privatizadoras el que les ha hecho ese favor a las clínicas privadas. Si queremos mejorar la situación de la salud, me parece que constituyen un excelente primer paso las misiones Barrio Adentro de atención primaria que se han implementado. Con ese primer eslabón de los centros de atención primaria que se ha constituido, la salud empieza a mejorar. Pero ahora queda por mejorar todo el sector de atención ya más especializada, los hospitales, que siguen siendo muy deficientes. ¿Quién tiene las mejores condiciones, la mejor capacidad instalada hoy día? Las clínicas privadas. La misma situación se da en el campo de la educación. En la medida en que cumplamos con el principio de la participación se pueden ampliar y mejorar estos ámbitos. En la educación no deberían existir restricciones para que cualquiera pueda estudiar.



Argenpress: Sin dudas, tal como pasa en la salud, también en la educación la iniciativa privada es la que ha salido favorecida con las políticas neoliberales. Sabemos que ha habido, en Venezuela y en toda Latinoamérica, una explosión de universidades privadas, no siempre de alta calidad académica, valga aclarar. ¿Qué política debe darse hoy la Revolución en la educación superior? ¿Se deben mantener todas estas universidades privadas? ¿Qué debe plantearse la universidad pública ante esta “competencia”?



Mervin Rodríguez: También la universidad privada, a su modo, puede ser una forma de participación. Ese sector está en su derecho de ofrecer algunas carreras y ser una ventana, tal como sucede en otras partes del mundo, por supuesto. Pero porque exista esta oferta de educación privada, no vamos a dejar nosotros, como universidad pública, de optimizar lo que tenemos, de mejorarlo. Y si estamos fallando en algunos aspectos, tenemos que corregirlos. Tenemos que solucionar el problema básico, el problema central de la Universidad hoy día en Venezuela, que es el del acceso, el de la participación. El ámbito privado seguirá con su negocio, y eso no se discute. Siempre hubo colegios privados, universidades privadas; esa oferta tiene su grupo propio, su audiencia, que obviamente son los sectores más acomodados de la sociedad. Pero lo que no podemos pensar es que eso se convierta en una referencia para el resto de la población. No hay dudas que como sector de la educación pública tenemos que actualizarnos, estar al día con las herramientas pedagógicas, utilizar y sacarle el máximo provecho a las nuevas tecnologías de la información. Eso tenemos que hacerlo, sin dudas; no quedarnos rezagados delante de un competidor que lo que hace es aprovecharse de nuestras debilidades. Estos competidores penetran la universidad pública a través del mecanismo del cupo. Sin darnos cuenta, finalmente estamos trabajando para una élite privilegiada. A una carrera como medicina, por ejemplo, sólo accede gente bien acomodada. No llegan ahí los sectores populares, los jóvenes de los barrios. Si bien eso sucedió en algún momento, años atrás, ahora no. La universidad pública pasó a ser algo cerrado, elitesco.



Argenpress: ¿Y qué pasó que se dio este proceso de involución de la universidad pública? ¿Cómo fue posible que centros académicos de donde salieron anteriormente grandes luchadores sociales, grandes cuadros de la izquierda, ahora hayan pasado a ser un factor de oposición a la Revolución?



Mervin Rodríguez: Fueron vulneradas en su principio básico, que es la autonomía. Este Consejo Nacional de Universidades –CNU–, esta nueva ley de universidades de los 70 fue la que causó el estado actual de las cosas. Al crearse una instancia que está por encima de todas las universidades, eso le quitó la autonomía que tenía cada una de ellas, y fue ahí que comenzó el proceso de lenta destrucción desde adentro, quitándole autonomía justamente. Así se fue dando esa transformación silenciosa para hacerlas dejar de ser lo que habían sido tradicionalmente, esos bastiones de lucha, de compromiso social. De esa manera la universidad pública perdió ese carácter histórico, se desnaturalizó por completo pasando a ser simplemente un paso, un puente de reacomodo social. Creo que ahora corresponde devolverles esa autonomía que le fue quitada. Esa ley de universidades hoy día es algo ya anacrónico, por lo menos en muy buena parte de su contenido, ya no encaja en la realidad actual. Ahora, por cierto, se está hablando de una renovación de esa ley, y por supuesto rescatando la idea básica de la autonomía universitaria.

La universidad debe ser el lugar donde se discute, donde hay pluralismo, donde existe tolerancia; ahí deben coincidir todas las tendencias, justamente con un espíritu plural, amplio, universal. Por eso mismo, si no hay autonomía, no hay universidad. Esa es la clave. Pero la autonomía debe ser real, porque sólo pedazos parciales de autonomía, no sirve. Las autoridades universitarias las elige la misma comunidad universitaria. Eso está bien, pero de todos modos si no hay una partida presupuestaria acorde a las necesidades, la universidad como tal no puede existir y sucede lo que pasa ahora, que se restringe y termina funcionando para pequeños grupos. La participación es lo que puede salvar a la universidad.



Argenpress: En estos momentos en la Asamblea Nacional se está tratando una nueva ley de universidades. ¿Se contempla ahí todo esto que estamos diciendo ahora? ¿Se apunta a transformar la universidad pública en su papel de institución de educación superior comprometida con los cambios sociales que se están viviendo en el país?



Mervin Rodríguez: Sí, claro. Esta nueva ley que ahora se está debatiendo tiene en cuenta todos estos elementos para restaurar lo que sea posible, retomar cosas, y reinventar otras cuando sea el caso. En lo que sí hay consenso es en que este modelo actual ya no sirve. Lo que debe buscarse ahora, aunque no sea fácil y aunque cometamos errores en la búsqueda, pero a lo que se debe apuntar sin dudas es a la más amplia participación, a facilitar el acceso a la educación superior a la mayor cantidad de población posible. Tenemos que ponemos como objetivo lograr que todos estudien en Venezuela, sin exclusiones, sin restricciones. E insisto con esta idea: si no se puede estudiar en un aula se lo puede hacer a través de otros mecanismos no presenciales aprovechando las técnicas informáticas. Tenemos que apuntar a borrar esa idea de que “el que no estudia es porque no quiere”. Eso no puede ser; eso hay que desterrarlo por completo.



Argenpress: La oposición se llena la boca diciendo que estas nuevas alternativas universitarias como la Bolivariana o la UNEFA son deficientes académicamente. Sabiendo que en esas expresiones hay más que nada ponzoña ideológica, de todos modos, y con objetividad: ¿qué pros y que cóntras tienen estos nuevos experimentos?



Mervin Rodríguez: Por supuesto que ante todo proyecto novedoso puede surgir ese tipo de comentarios malintencionados, que estas universidades tienen bajo nivel, que no son serias. Pero creo que eso es sólo discurso ideológico tendencioso. Hay que esperar un tiempo ahora y ver cuando vayan saliendo las nuevas promociones cómo resultan, cómo se van colocando en el mercado laboral, qué impacto tienen sus graduados en el campo profesional, en la investigación. De todos modos no podemos renunciar a crear esos nuevos centros. En Venezuela somos muy tradicionalistas, y la Universidad Central tiene mucho prestigio con sus ya 250 años. Se dice por ahí que “la Central es la Central, y lo demás es monte y culebra”. Pero eso es también un prejuicio. Hay experiencias muy buenas por ahí, por ejemplo la Universidad Simón Bolívar, también pública, que cuando nació no fue bien acogida y no faltaron las dudas sobre su nivel académico. Y hoy día ha probado que de verdad tiene muy buen nivel. Y lo mismo ha pasado con otras casas de estudio. Creo que es hora de ir desmontando esos mitos, esos estereotipos. Siempre que aparece algo nuevo, un canal de televisión, o una revista, siempre aparece esa duda por lo novedoso y la referencia a lo del pasado, que se supone que es mejor. Pero hay que terminar con esos mitos. Nosotros como Universidad Central de Venezuela no tenemos ningún monopolio. Hay un bagaje institucional, sin dudas, pero no nos podemos quedar sólo con eso. En todo caso, dadas las necesidades del país, hay que dar paso también a otras opciones y mirar para el futuro. Y además la Universidad Central tiene que seguir mejorándose, porque si no queda atrasada. Por tanto todos estamos comprometidos con un proceso de continuo mejoramiento, de continua superación y no podemos vivir del pasado, del tradicionalismo. Si no nos ponemos a hacer cosas nuevas, nunca avanzaríamos. Por eso están muy bien todos los proyectos novedosos. En el campo de la educación hay que estar buscando siempre, creando cosas nuevas, arriesgarnos. En la educación lo nuevo nunca podríamos decir que es fracaso, aunque no funcione como habíamos pensado. De todas las experiencias pedagógicas podemos aprender y mejorar.



Argenpress: ¿Cómo está el tema de la investigación en la universidad pública? ¿Cumple la Universidad un papel importante en ese ámbito en estos momentos?



Mervin Rodríguez: Sí, definitivamente. Quienes se dedican a la investigación en Venezuela son básicamente las universidades públicas, muchísimo más que las privadas. Las privadas casi no se dedican a esto. De hecho la Universidad Central y la Universidad de Los Andes –ULA–, en el Estado Mérida, aparecen como dos de las universidades que más investigan, incluso a nivel latinoamericano. Esto nos dice mucho de la trayectoria, del prestigio de las universidades, de su historia y del aporte que hacen al proyecto nacional. Son, en verdad, centros de excelencia y de investigación. Eso es algo que debe rescatarse con la nueva ley; hay que seguir potenciando la investigación, inclusive mucho más allá de la docencia. Eso es lo que hacen las privadas, la docencia. Pero en la investigación está el fuerte del sector público. Las privadas, en definitiva, son un negocio. Sus prioridades no son tanto el aporte social, la generación de conocimiento para la sociedad; ellas están en el lucro y esa es su razón de ser. A nosotros, desde la universidad pública, nos interesa y nos preocupa otro tipo de enfoque, y tenemos que ser responsables con ese proyecto. Si somos responsables con ese modelo, con ese proyecto de educación superior comprometida, nos debe preocupar no sólo el tema del acceso sino también la investigación como una clave importantísima para el desarrollo a futuro de todo el país.

La universidad pública tiene mucho para dar, sin dudas. Lo que tiene que cuidarse siempre es el principio sobre el que se basa, que es la autonomía. Si la universidad tiene autonomía, eso seguro que va a dar frutos para todo el país, como siempre los ha dado. Por eso es necesario que se preserve como espacio plural, abierto, centro de discusión, y buscándole las mejoras necesarias desde el punto de vista académico, educativo, administrativo. Tenemos que revisar bien esto que se llama el capital humano. Ultimamente hay un deterioro muy grande en ese aspecto en la universidad pública, por lo que nos hemos estado descapitalizando desde el punto de vista académico. Los mejores profesionales prefieren aceptar otras ofertas que están en la calle que dedicarse a la docencia. De hecho hay carreras que prácticamente han tenido que cerrar, dando clases, por ejemplo, un semestre sí y un semestre no, como en el caso de Comunicación Social, por falta de docentes. Ese es un problema que la universidad debe abordar con mucha seriedad, porque la falta de estímulo salarial a los docentes hace que muchos migren buscando otras oportunidades y abandonan así la universidad, que va perdiendo ese capital humano, imposible de reemplazarse. Todo ese potencial que desarrolló la universidad pública, ese ganado y merecido prestigio de otras épocas, no hay que dejarlo perder. Por eso hay que recuperarlo y saber dirigirlo hacia ese nuevo proyecto de transformación que vive ahora Venezuela.

La revolución no pasa por la universidad


Esto hay que entenderlo; la revolución pasa por las grandes masas; la revolución la hacen los pueblos; la revolución la hacen, esencialmente, los trabajadores.

Qué difícil es para mí poder expresar lo que he vivido y sentido en estas breves y largas horas de convivencia con el pueblo mexicano, con su gobierno. Cómo poder traducir lo que nosotros, integrantes de la delegación de nuestra patria, hemos recibido en generosa entrega y como aporte solidario a nuestro pueblo en la dura lucha en que está empeñado.

Yo, más que otros, sé perfectamente bien que esta actitud del pueblo de México nace de su propia historia. Y aquí se ha recordado ya cómo Chile estuvo presente junto a Juárez, el hombre de la independencia mexicana proyectada en ámbito continental; y cómo entendemos perfectamente bien que, además de esta raíz común, que antes fuera frente a los conquistadores, México es el primer país de Latinoamérica que en 1938, a través de la acción de un hombre preclaro de esta tierra y de América Latina, nacionaliza el petróleo a través de la acción del general, presidente Lázaro Cárdenas.

Por eso ustedes, que supieron del ataque alevoso, tuvieron que sentir el llamado profundo de la patria en un superior sentido nacional; por eso ustedes, que sufrieron largamente el embate de los intereses heridos por la nacionalización; por eso ustedes, más que otros pueblos de este continente, comprenden la hora de Chile, que es la misma que ustedes tuvieron en 1938 y los años siguientes. Por eso es que la solidaridad de México nace en su propia experiencia y se proyecta con calidad fraternal frente a Chile, que está hoy realizando el mismo camino liberador que ustedes.

Quiero agradecer las palabras del ingeniero Ignacio Mora Luna, a nombre de los profesores de la Universidad de Guadalajara; las del licenciado Enrique Romero González, a nombre de las autoridades universitarias, y las del compañero Guillermo Gómez Reyes, presidente de la Federación de Estudiantes de esta Universidad.

Bien decía el presidente Echeverría, cuando él señalara que este viaje era conveniente que llegara a conocer la provincia, y eligiera a Jalisco, y me hablara de Guadalajara y de su Universidad. Yo se lo agradecí, y ahora -por cierto- se lo agradezco más. Porque si hemos recibido el afecto cálido del pueblo mexicano, de sus mujeres y de sus hombres, qué puede significar más que estar junto a la juventud, y sentir cómo ella late y presurosamente, con una clara conciencia revolucionaria y antimperialista.

Desde que llegara cerca de esta universidad, ya comprendí perfectamente bien el espíritu que hay en ella, en los letreros de saludo a mi presencia aquí, tan solo como mensajero de mi pueblo, con los cambios, con la lucha por la independencia económica y por la plena soberanía en nuestros pueblos.

Y porque una vez fui universitario, hace largos años, por cierto -no me pregunten cuántos-, porque pasé por la universidad no en búsqueda de un título solamente: porque fui dirigente estudiantil y porque fui expulsado de la universidad, puedo hablarles a los universitarios a distancia de años; pero yo sé que ustedes saben que no hay querella de generaciones: hay jóvenes viejos y viejos jóvenes, y en éstos me ubico yo.

Hay jóvenes viejos que comprenden que ser universitario, por ejemplo, es un privilegio extraordinario en la inmensa mayoría de los países de nuestro continente. Esos jóvenes viejos creen que la universidad se ha levantado como una necesidad para preparar técnicos y que ellos deben estar satisfechos con adquirir un título profesional. Les da rango social y el arribismo social, caramba, qué dramáticamente peligroso, les da un instrumento que les permite ganarse la vida en condiciones de ingresos superiores a la mayoría del resto de los conciudadanos.

Y estos jóvenes viejos, si son arquitectos, por ejemplo, no se preguntan cuántas viviendas faltan en nuestros países y, a veces, ni en su propio país. Hay estudiantes que con un criterio estrictamente liberal, hacen de su profesión el medio honesto para ganarse la vida, pero básicamente en función de sus propios intereses.

Allá hay muchos médicos -y yo soy médico- que no comprenden o no quieren comprender que la salud se compra, y que hay miles y miles de hombres y mujeres en América Latina que no pueden comprar la salud; que no quieren entender, por ejemplo, que a mayor pobreza mayor enfermedad, y a mayor enfermedad mayor pobreza y que, por tanto, si bien cumplen atendiendo al enfermo que demanda sus conocimientos sobre la base de los honorarios, no piensan en que hay miles de personas que no pueden ir a sus consultorios y son pocos los que luchan porque se estructuren los organismos estatales para llevar la salud ampliamente al pueblo.

De igual manera que hay maestros que no se inquietan en que haya también cientos y miles de niños y de jóvenes que no pueden ingresar a las escuelas. Y el panorama de América Latina es un panorama dramático en las cifras, de su realidad dolorosa.

Llevamos, casi todos los pueblos nuestros, más de un siglo y medio de independencia política, y ¿cuáles son los datos que marcan nuestra dependencia y nuestra explotación? Siendo países potencialmente ricos, la inmensa mayoría somos pueblos pobres.

En América Latina, continente de más de 220 millones de habitantes, hay cien millones de analfabetos y semianalfabetos.

En este continente hay más de 30 millones de cesantes absolutos, y la cifra se eleva por sobre 60 millones tomando en consideración aquellos que tienen trabajos ocasionales.

En nuestro continente 53% de la población según algunos, y según otros 57%, se alimenta en condiciones por debajo de lo normal. En América Latina faltan más de 26 millones de viviendas.

En estas circunstancias cabe preguntar, ¿cuál es el destino de la juventud? Porque este continente es un continente joven. 51% de la población de América Latina está por debajo de los 27 años, por eso puedo decir -y ojalá me equivoque- que ningún gobierno e incluyo, por cierto, el mío y todos los anteriores de mi patria, ha podido solucionar los grandes déficit, las grandes masas de nuestro continente en relación con la falta de trabajo, la alimentación, la vivienda, la salud. Para qué hablar de la recreación y del descanso.

En este marco que encierra y aprisiona a nuestros pueblos hace un siglo y medio, es lógico que tengan que surgir, desde el dolor y el sufrimiento de las masas, anhelos de alcanzar niveles de vida y existencia y de cultura.

Si hoy tenemos las cifras que aquí he recordado, ¿qué va a ocurrir si las cosas no cambian cuando seamos 360 ó 600 millones de habitantes? En un continente en donde la explosión demográfica está destinada a compensar la alta mortalidad infantil, los pueblos así se defienden; pero a pesar de ello aumenta vigorosamente la población de nuestros países, y el avance tecnológico en el campo de la medicina ha elevado -y también al mejorarse condiciones de vida ha mejorado- el promedio de nuestra existencia que, por cierto, es muy inferior al de los países del capitalismo industrial y a los países socialistas.

Pero ningún gobierno de este continente -democráticos los hay pocos, pseudodemocráticos hay más, dictatoriales también los hay-, ningún gobierno ha sido capaz de superar los grandes déficit, reconociendo, por cierto, que han hecho esfuerzos indiscutiblemente laudatorios por gobierno, y especialmente por los gobiernos democráticos, porque escuchan la voz, la protesta, el anhelo de los pueblos mismos para avanzar en la tentativa frustrada y hacer posible que estos déficit no sigan pesando sobre nuestra existencia.

¿Y por qué sucede esto? Porque somos países monoproductores en la inmensa mayoría: somos los países del cacao, del banano, del café, del estaño, del petróleo o del cobre. Somos países productores de materias primas e importadores de artículos manufacturados; vendemos barato y compramos caro.

Nosotros, al comprar caro estamos pagando el alto ingreso que tiene el técnico, el empleado y el obrero de los países industrializados. Además, en la inmensa mayoría de los casos, como las riquezas fundamentales están en manos del capital foráneo, se ignoran los mercados, no se interviene en los precios, ni en los niveles de producción. La experiencia la hemos vivido nosotros en el cobre, y ustedes en el petróleo.

Somos países en donde el gran capital financiero busca, y encuentra, por complacencia culpable muchas veces de gente que no quiere entender su deber patriótico, la posibilidad de obtenerlo.

¿Por qué? ¿Qué es el imperialismo, compañeros jóvenes? Es la concentración del capital en los países industrializados que alcanzando la fuerza de capital financiero, abandonan las inversiones en las metrópolis económicas, para hacerlo en nuestros países y, por lo tanto, este capital que en su propia metrópoli tiene utilidades muy bajas, adquiere grandes utilidades en nuestras tierras, porque, además, muchas veces las negociaciones son entre las compañías que son dueñas de éstas y que están más allá de nuestras fronteras.

Entonces, somos países que no aprovechamos los excedentes de nuestra producción, y este continente ya conoce, no a través de los agitadores sociales con apellido político, como el que yo tengo de socialista, sino a través de las cifras de la CEPAL, organismo de las Naciones Unidas, que en la última década -no puedo exactamente decir si de 1950 a1960 o de 1956 a 1966-, América Latina exportó mucho más capitales que los que ingresaron en ella.

De esta manera se ha ido produciendo una realidad que es común en la inmensa mayoría de todos nuestros pueblos: somos países ricos potencialmente, y vivimos como pobres. Para poder seguir viviendo, pedimos prestado. Pero al mismo tiempo somos países exportadores de capitales. Paradoja típica del régimen en el sistema capitalista.

Por ello, entonces, es indispensable comprender que dentro de esta estructura, cuando internacionalmente los países poderosos viven y fortalecen su economía de nuestra pobreza, cuando los países financieramente fuertes necesitan de nuestras materias primas para ser fuertes, cuando la realidad de los mercados y los precios lleva a los pueblos de éste y otros continentes, a endeudarse, cuando la deuda de los países del Tercer Mundo alcanza la fantástica cifra de 95 mil millones de dólares, cuando a mi país, país democrático, con muy sólidas instituciones, país que tiene un Congreso en funciones hace 160 años, país en donde las Fuerzas Armadas -igual que en México- son fuerzas armadas profesionales, respetuosas de la ley y la voluntad popular; cuando mi país, que es el segundo productor de cobre en el mundo y tiene las más grandes reservas de cobre del mundo y tiene la más grande mina de tajo abierto del mundo y tiene la más grande mina subterránea del mundo, Chuquicamata y El Teniente; cuando mi país se ha visto obligado a endeudarse con una deuda externa per cápita que sólo puede ser superada por la deuda que tiene Israel, que podemos estimar que está en guerra; cuando yo debía haber cancelado este año para amortizar y pagar los intereses de esa deuda 420 millones de dólares, que significan más de 30 por ciento del presupuesto de ingresos, uno puede colegir que es imposible que pueda esto seguir y que esta realidad se mantenga.

Si a ello se agrega que los países poderosos fijan las normas de la comercialización, controlan los fletes, imponen los seguros, dan los créditos ligados que implica la obligación de invertir un alto porcentaje en esos países; si además sufrimos las consecuencias que emanan y que cuando los países poderosos, o el país más poderoso, del capitalismo estiman necesario devaluar su moneda, las consecuencias las pagamos nosotros, y si tiembla el mercado del dinero en los países industrializados, las consecuencias son mucho más fuertes, mucho más duras y pesan más sobre nuestros pueblos. Si el precio de las materias primas baja, el precio de los artículos manufacturados, y aún los alimentos, suben; cuando el precio de los alimentos sube, nos encontramos que hay barreras aduaneras que impiden que algunos países que pueden exportar productos agropecuarios lleguen a los mercados de consumo, los países industriales.

El caso de mi patria es elocuente: nosotros producimos entre la gran minería, cerca de 750 mil toneladas de cobre. Entre Zambia, Perú, Zaire y Chile, signatarios de lo que se llama CIPEC, entre estos cuatro países se produce 70% del cobre que se comercializa en el mundo, más de tres millones de toneladas, pero el precio del cobre se fija en la bolsa de Londres y se transa tan sólo 200 mil toneladas. Y Chile hace tres años, por ejemplo, tuvo un promedio de precio de la libra de cobre año, superior a los 62 centavos, y cada centavo que suba o baje el precio de la libra de cobre, significa 18 millones de dólares más o menos de ingreso para nuestro país.

El año 1971, el precio del cobre, del último año de gobierno del presidente Frei, fue de 59 centavos la libra. En el primer año del Gobierno Popular fue tan solo de 49. Este año, seguramente no va a alcanzar más allá de 47,4; pero en valores reales, después de la devaluación del dólar, este promedio será, a lo sumo, 45. Y el costo de producción nuestro, a pesar de que son minas con un alto porcentaje de riqueza minera y están cerca del mar, rodea los 45 centavos en algunas de ellas; y es, por cierto, más alto por una técnica inferior en la producción de la pequeña y mediana minería.

He puesto este ejemplo porque es muy claro. Nosotros, que tenemos un presupuesto de divisas superior a muchos países latinoamericanos, que tenemos una extensión de tierra que podría alimentar, y debería alimentar, a 20 a 25 millones de habitantes, hemos tenido que importar, desde siempre -por así decirlo-, carne trigo, grasa, mantequilla y aceite: 200 millones de dólares al año.

Y desde que estamos en el Gobierno Popular, tenemos que importar más alimentos; porque tenemos conciencia que importar más alimentos que aún importando como lo hicieron los gobiernos anteriores, 200 millones de dólares al año, en Chile el 43 por ciento de la población se alimentaba por debajo de lo normal. Y aquí, esta casa de hermanos, yo, que soy médico, que he sido profesor de medicina social y el presidente durante cinco años del Colegio Médico de Chile, puedo dar una cifra que no me avergüenza, pero que sí me duele, en mi patria, porque hay estadísticas y no las ocultamos: hay 600 mil niños que tienen un desarrollo mental por debajo de lo normal.

Si acaso un niño en los primeros ocho meses de su vida no recibe la proteína necesaria para su desarrollo corporal y cerebral, si ese niño no recibe esa proteína, se va a desarrollar en forma diferente al niño que pudo tenerla, y que lógicamente es casi siempre el hijo de un sector minoritario, de un sector poderoso económicamente. Si a ese niño que no recibió la proteína suficiente, después de los ocho meses se la da, puede recuperar y normalizar el desarrollo normal de su cerebro.

Por eso muchas veces los maestros o las maestras en su gran labor -yo siempre vinculo a los maestros y a los médicos como profesionales de una gran responsabilidad-, muchas veces los maestros o las maestras ven que el niño no asimila, no entiende, no aprende, no retiene; y no es porque ese niño no quiera aprender o estudiar: es porque cae en condiciones de menor valía, y eso es consecuencia de un régimen y de un sistema social; porque por desgracia, hasta el desarrollo de la inteligencia está marcado por la ingestión de los alimentos, fundamentalmente los primeros ocho meses de la vida. Y cuántas son las madres proletarias que no pueden amamantar a sus hijos, cuando nosotros los médicos sabemos que el mejor alimento es la leche de la madre, y no lo pueden hacer porque viven en las poblaciones marginales, porque sus compañeros están cesantes y porque ella recibe el subalimento, como madres ellas están castigadas en sus propias vidas, y lo que es más injusto, en la vida de sus propios hijos, por eso, claro.

Los gobiernos progresistas, como los nuestros, avanzamos en iniciativas que tienen un contenido, pero que indiscutiblemente es un paliativo; por ejemplo, en mi país está la asignación familiar prenatal, se paga a la mujer que está esperando familia desde el tercer mes del embarazo; se hace real desde el quinto, donde puede comprobar que efectivamente está esperando familia. Esto tiene un doble objetivo: que tenga un ingreso que se entrega a la madre para que pueda ella alimentarse mejor. Y en la etapa final, comprar algo para lo que podríamos llamar la mantilla, los pañales del niño.

Y, por otra parte, para recibir este estipendio, que es un sobresalario, requiere un control médico y, por lo tanto, obliga a la madre a ir a controlarse. Y en ese caso, si la madre está, y es tratada oportunamente, el hijo nace sano. Y, además se le dan las más elementales nociones sobre el cuidado del niño. Y tenemos la asignación familiar que se paga también desde que el niño nace hasta que termina de estudiar, si estudia.

Pero no hemos podido, por ejemplo, nosotros, nivelar la asignación familiar, porque un Congreso que representa, no a los trabajadores en su mayoría, establece, como siempre, leyes discriminatorios. Y en mi patria había asignación diferente para bancarios, para empleados públicos, particulares, Fuerzas Armadas, obreros y campesinos. Nosotros levantamos la idea justa: una asignación familiar igual para todos. Y eso, con generosidad. Pero pensar que la asignación familiar sea más alta para los sectores que tienen más altos ingresos, es una inconsecuencia y una brutal injusticia.

Hemos logrado nivelar la asignación familiar de obreros, campesinos, Fuerzas Armadas y empleados públicos, pero queda distante todavía la asignación familiar de empleados particulares, y un sector de ellos, es un avance, pero no basta, porque si bien es cierto, entregamos mejores condiciones para defender el equilibrio biológico cuando se alimenta mejor el niño; y gracias a esta asignación familiar, también es cierto que el proceso del desarrollo universitario en el caso de la medicina -y lo pongo como ejemplo- conlleva a establecer que nosotros carecemos de los profesionales suficientes para darle atención a todo el pueblo, desde el punto de vista médico.

En Chile hay 4.600 médicos; deberíamos ser ocho mil médicos, en Chile faltan, entonces, tres mil médicos. En Chile faltan más de 6.000 dentistas. En ningún país de América Latina -y lo digo con absoluta certeza- hay ningún servicio público estatal que haga una atención médica dental con sentido social. Se limitan en la mayoría de los países, si es que tienen esos servicios, a la etapa inicial previa, básica, simple, sencilla, de la extracción. Y si hay algo que yo he podido ver con dolor de hombre y conciencia de médico, cuando he ido a las poblaciones, es a las compañeras trabajadoras, a las madres proletarias, gritar con esperanza nuestros gritos de combate, y darme cuenta, por desgracia, cómo sus bocas carecen de la inmensa mayoría de los dientes.

Y los niños también sufren esto. Por ello, entonces, y sobre la base tan solo de estos ejemplos simples, nosotros tenemos que entender que cuando hablamos de una universidad que entiende que para que termine esta realidad brutal que hace más de un siglo y medio pesa sobre nosotros, en los cambios estructurales económicos se requiere un profesional comprometido con el cambio social; se requiere un profesional que no se sienta un ser superior porque sus padres tuvieron el dinero suficiente para que él ingresara a una universidad; se necesita un profesional con conciencia social que entienda que su lucha, si es arquitecto, es para que se construyan las casas necesarias que el pueblo necesita. Se necesita un profesional que, si es médico, levante su voz para reclamar que la medicina llegue a las barriadas populares y, fundamentalmente, a los sectores campesinos.

Se necesitan profesionales que no busquen engordar en los puestos públicos, en las capitales de nuestras patrias. Profesionales que vayan a la provincia, que se hundan en ella.

Por eso yo hablo así aquí en esta Universidad de Guadalajara, que es una universidad de vanguardia, y tengo la certeza que la obligación patriótica de ustedes es trabajar en la provincia, fundamentalmente, vinculada a las actividades económicas, mineras o actividades industriales o empresariales, o a las actividades agrícolas; la obligación del que estudió aquí es no olvidar que ésta es una universidad del Estado que la pagan los contribuyentes, que en la inmensa mayoría de ellos son los trabajadores. Y que por desgracia, en esta universidad, como en las universidades de mi patria, la presencia de hijos de campesinos y obreros alcanza un bajo nivel, todavía.

Por eso, ser joven en esta época implica una gran responsabilidad, ser joven de México o de Chile; ser joven de América Latina, sobre todo en este continente que, como he dicho, está marcado por un promedio que señala que somos un continente joven. Y la juventud tiene que entender que no hay lucha de generaciones, como lo dijera hace un instante; que hay un enfrentamiento social, que es muy distinto, y que pueden estar en la misma barricada de ese enfrentamiento los que hemos pasado -y yo pasé muy poquito de los 60 años; guárdenme el secreto- de los sesenta años y los jóvenes que puedan tener 13 ó 20.

No hay querella de generaciones, y eso es importante que yo lo diga. La juventud debe entender su obligación de ser joven, y si es estudiante, darse cuenta que hay otros jóvenes que, como él, tienen los mismos años, pero que no son estudiantes. Y si es universitario con mayor razón mirar al joven campesino o al joven obrero, y tener un lenguaje de juventud, no un lenguaje sólo de estudiante universitario, para universitarios.

Pero el que es estudiante tiene una obligación porque tiene más posibilidades de comprender los fenómenos económicos y sociales y las realidades del mundo; tiene la obligación de ser un factor dinámico del proceso de cambio, pero sin perder los perfiles, también, de la realidad.

La revolución no pasa por la universidad, y esto hay que entenderlo; la revolución pasa por las grandes masas; la revolución la hacen los pueblos; la revolución la hacen, esencialmente, los trabajadores.

Y yo comparto el pensamiento que aquí se ha expresado -y el presidente Echeverría lo ha señalado muchas veces-, que yo también lo he dicho en mi patria, allá luchamos por los cambios dentro de los marcos de la democracia burguesa, con dificultades mucho mayores, en un país donde los poderes del Estado son independientes, y en el caso nuestro, la Justicia, el Parlamento y el Ejecutivo. Los trabajadores que me eligieron están en el gobierno; nosotros controlamos una parte del Poder Ejecutivo, somos minoría en el Congreso. El Poder Judicial es autónomo, y el Código Civil de mi patria tiene 100 años. Y si yo no critico en mi patria al Poder Judicial, menos lo voy a hacer aquí. Pero indiscutiblemente, hay que pensar que estas leyes representaban otra época y otra realidad, no fueron leyes hechas por los trabajadores que estamos en el gobierno: fueron hechas por los sectores de la burguesía, que tenían el Ejecutivo, el poder económico y que eran mayoría en el Congreso Nacional.

Sin embargo, la realidad de Chile, su historia y su idiosincrasia, sus características, la fortaleza de su institucionalidad, nos llevó a los dirigentes políticos a entender que en Chile no teníamos otro camino que el camino de la lucha electoral -y ganamos por ese camino-, que muchos no compartían, fundamentalmente como consecuencia del pensamiento generado en este continente, después de la Revolución Cubana, y con la asimilación, un poco equivocada, de la divulgación de tácticas, en función de la interpretación que hacen los que escriben sobre ellas, nos hemos encontrado en muchas partes, y ahora se ha dejado un poco, la idea del foquismo, de la lucha guerrillera o del ejército popular.

Yo tengo una experiencia que vale mucho. Yo soy amigo de Cuba; soy amigo, hace 10 años, de Fidel Castro; fui amigo del comandante Ernesto Che Guevara. Me regaló el segundo ejemplar de su libro Guerra de Guerrillas; el primero se lo dio a Fidel. Yo estaba en Cuba cuando salió, y en la dedicatoria que me puso dice lo siguiente: A Salvador Allende, que por otros medios trata de obtener lo mismo. Si el comandante Guevara firmaba una dedicatoria de esta manera, es porque era un hombre de espíritu amplio que comprendía que cada pueblo tiene su propia realidad, que no hay receta para hacer revoluciones. Y por lo demás, los teóricos del marxismo -y yo declaro que soy un aprendiz tan solo; pero no niego que soy marxista- también trazan con claridad los caminos que pueden recorrerse frente a lo que es cada sociedad, cada país.

De allí, entonces, que es útil que la juventud, y sobre todo la juventud universitaria, que no puede pasar por la universidad al margen de los problemas de su pueblo, entienda que no puede hacerse del balbuceo doctrinario la enseñanza doctrinaria, de entender que el denso pensamiento de los teóricos de las corrientes sociológicas o económicas requieren un serio estudio; que si es cierto que no hay acción revolucionaria sin teoría revolucionaria, no puede haber la aplicación voluntaria o la interpretación de la teoría adecuándola a lo que la juventud o el joven quiere. Que tiene que mirar lo que pasa dentro de su país y más allá de la frontera, y comprender que hay realidades que deben ser meditadas y analizadas.

Cuando algunos grupos en mi patria, un poco más allá de la Unidad Popular, en donde hay compañeros jóvenes en cuya lealtad revolucionaria yo creo, pero en cuya concepción de la realidad no creo, hablan, por ejemplo, de que en mi país debería hacerse lo mismo que se ha hecho en otros países que han alcanzado el socialismo, yo les he hecho esta pregunta en voz alta: ¿Por qué, por ejemplo, un país como es la República Popular China, poderoso país, extraordinariamente poderoso país, ha tenido que tolerar la realidad de que Taiwán o de que Formosa esté en manos de Chian-Kai-Shek? ¿Es que acaso la República Popular China no tiene los elementos bélicos, por así decirlo, lo suficientemente poderosos para haber, en dos minutos, recuperado Taiwán, llamado Formosa? ¿Por qué no lo ha hecho? Porque, indiscutiblemente hay problemas superiores de la responsabilidad política; porque al proceder así, colocaba a la República Popular China en el camino de una agresión que podría haber significado un daño para el proceso revolucionario, y quizá una conflagración mundial.

¿Quién puede dudar de la voluntad de acción, de la decisión, de la conciencia revolucionaria de Fidel Castro? ¿Y por qué la bahía de Guantánamo no la ha tomado? Porque no puede ni debe hacerlo, porque expondría a su revolución y a su patria a una represalia brutal.

Entonces, uno se encuentra a veces con jóvenes, y los que han leído el Manifiesto Comunista, o lo han llevado largo rato debajo del brazo, creen que lo han asimilado y dictan cátedra y exigen actitudes y critican a hombres, que por lo menos, tienen consecuencia en su vida. Y ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica; pero ir avanzando en los caminos de la vida y mantenerse como revolucionario, en una sociedad burguesa, es difícil.

Un ejemplo personal: yo era un orador universitario de un grupo que se llama Avance; era el grupo más vigoroso de la izquierda. Un día se propuso que se firmara, por el grupo Avance un manifiesto -estoy hablando del año 1931- para crear en Chile los soviets de obreros, campesinos, soldados y estudiantes. Yo dije que era una locura, que no había ninguna posibilidad, que era una torpeza infinita y que no quería, como estudiante, firmar algo que mañana, como un profesional, no iba a aceptar.

Éramos 400 los muchachos de la universidad que estábamos en el grupo Avance, 395 votaron mi expulsión; de los 400 que éramos, sólo dos quedamos en la lucha social. Los demás tienen depósitos bancarios, algunos en el extranjero; tuvieron latifundios -se los expropiamos-; tenían acciones en los bancos -también se los nacionalizamos-, y a los de los monopolios les pasó lo mismo. Pero en el hecho, dos hemos quedado; y a mí me echaron por reaccionario; pero los trabajadores de mi patria me llaman el compañero presidente.

Por eso, el dogmatismo, el sectarismo, debe ser combatido; la lucha ideológica debe llevarse a niveles superiores, pero la discusión para esclarecer, no para imponer determinadas posiciones. Y, además, el estudiante universitario tiene una postura doctrinaria y política, tiene, fundamentalmente, no olvidarse que precisamente la revolución necesita los técnicos y los profesionales.

Ya Lenin lo dijo -yo he aumentado la cifra para impactar más en mi patria-, Lenin dijo que un profesional, un técnico, valía por 10 comunistas; yo digo que por 50, y por 80 socialistas. Yo soy socialista. Les duele mucho a mis compañeros que yo diga eso; pero lo digo, ¿por qué? Porque he vivido una politización en la universidad, llevada a extremos tales que el estudiante olvida su responsabilidad fundamental; pero una sociedad donde la técnica y la ciencia adquieren los niveles que ha adquirido la sociedad contemporánea, ¿cómo no requerir precisamente capacidad y capacitación a los revolucionarios? Por lo tanto, el dirigente político universitario tendrá más autoridad moral, si acaso es también un buen estudiante universitario.

Yo no le he aceptado jamás a un compañero joven que justifique su fracaso porque tiene que hacer trabajos políticos: tiene que darse el tiempo necesario para hacer los trabajos políticos, pero primero están los trabajos obligatorios que debe cumplir como estudiante de la universidad. Ser agitador universitario y mal estudiante, es fácil; ser dirigente revolucionario y buen estudiante, es más difícil. Pero el maestro universitario respeta al buen alumno, y tendrá que respetar sus ideas, cualesquiera que sean.

Por eso es que la juventud contemporánea, y sobre todo la juventud de Latinoamérica, tiene una obligación contraída con la historia, con su pueblo, con el pasado de su patria. La juventud no puede ser sectaria: la juventud tiene que entender, y nosotros en Chile hemos dado un paso trascendente: la base política de mi gobierno está formada por marxistas, por laicos y cristianos, y respetamos el pensamiento cristiano; interpreta el verbo de Cristo, que echó a los mercaderes del templo.

Claro que tenemos la experiencia de la iglesia, vinculada al proceso de los países poderosos del capitalismo e, incluyendo, en los siglos pasados y en la primera etapa de éste, no a favor de los humildes como lo planteaba el maestro de Galilea; pero sí los tiempos han cambiado y la conciencia cristiana está marcando la consecuencia por el pensamiento honesto, en la acción honesta, los marxistas podemos coincidir en etapas programáticas como pueden hacerla los laicos y lo hemos hecho en nuestra patria -y nos está yendo bien-, y conjugamos una misma actitud y un mismo lenguaje frente a los problemas esenciales del pueblo.

Porque un obrero sin trabajo, no importa que sea o no sea marxista, no importa que sea o no sea cristiano, que no tenga ideología política, es un hombre que tiene derecho al trabajo y debemos dárselo nosotros; por eso el sectarismo, el dogmatismo, el burocratismo, que congela las revoluciones, y ése es un proceso de concientización que es muy profundo y que debe comenzar con la juventud: pero la juventud está frente a problemas que no son sólo económicos, sino son problemas que lamentablemente se manifiestan con mayor violencia destructiva en el mundo contemporáneo.

El escapismo, el drogadismo, el alcoholismo. ¿Cuántos son los jóvenes, de nuestros jóvenes países, que han caído en la marihuana, que es más barata que la cocaína y más fácil de acceso?, ¿pero cuántos son los jóvenes de los países industrializados? El porcentaje, no sólo por la densidad de población, sino por los medios económicos, es mucho mayor.

¿Qué es esto, qué significa, por qué la juventud llega a eso? ¿Hay frustración? ¿Cómo es posible que el joven no vea que su existencia tiene que tener un destino muy distinto al que escabulle su responsabilidad? ¿Cómo un joven no va a mirar, en el caso de México, a Hidalgo o a Juárez, a Zapata o a Villa, o a Lázaro Cárdenas? ¡Cómo no entender que esos hombres fueron jóvenes también, pero que hicieron de sus vidas un combate constante y una lucha permanente!

¿Cómo la juventud no sabe que su propio porvenir está cercado por la realidad económica, que marca los países dependientes? Porque si hay algo que debe preocuparnos, también, a los gobernantes, es no seguir entregando cesantes ilustrados a nuestra sociedad.

¿Cuántos son los miles de jóvenes que egresan de los politécnicos o de las universidades que no encuentran trabajo? Yo leí hace poco un estudio de un organismo internacional importante, que señala que para América Latina, en el final de esta década se necesitaban -me parece- cerca de seis millones de nuevas ocupaciones, en un continente en donde la cesantía marca los niveles que yo les he dicho. Los jóvenes tienen que entender, entonces, que están enfrentados a estos hechos y que deben contribuir a que se modifiquen las condiciones materiales, para que no haya cesantes ilustrados, profesionales con títulos de arquitectos sin construir casas, y médicos sin atender enfermos, porque no tienen los enfermos con qué pagarles, cuando lo único que faltan son médicos para defender el capital humano, que es lo que más vale en nuestros países.

Por eso, repito -y para terminar mis palabras-, dando excusas a ustedes por lo excesivo de ellas, que yo que soy un hombre que pasó por la universidad, he aprendido mucho más de la universidad de la vida: he aprendido de la madre proletaria en las barriadas marginales; he aprendido del campesino, que sin hablarme, me dijo la explotación más que centenaria de su padre, de su abuelo o de su tatarabuelo; he aprendido del obrero, que en la industria es un número o era un número y que nada significaba como ser humano, y he aprendido de las densas multitudes que han tenido paciencia para esperar.

Pero la injusticia no puede seguir marcando, cerrando las posibilidades del futuro a los pueblos pequeños de éste y de otros continentes. Para nosotros, las fronteras deben estar abolidas y la solidaridad debe expresarse con respeto a la autodeterminación y la no intervención, entendiendo que puede haber concepciones filosóficas y formas de gobierno distintas, pero que hay un mandato que nace de nuestra propia realidad que nos obliga -en el caso de este continente- a unirnos; pero mirar más allá, inclusive de América Latina y comprender que nacer en Africa en donde hay todavía millones y millones de seres humanos que llevan una vida inferior a la que tienen los más postergados y pretéridos seres de nuestro continente.

Hay que entender que la lucha es solidaria en escala mundial, que frente a la insolencia imperialista sólo cabe la respuesta agresiva de los países explotados.

Ha llegado el instante de darse cuenta cabalmente que los que caen luchando en otras partes por hacer de sus patrias países independientes, como ocurre en Vietnam, caen por nosotros con su gesto heroico.

Por eso, sin decir que la juventud será la causa revolucionaria y el factor esencial de las revoluciones, yo pienso que la juventud por ser joven, por tener una concepción más diáfana, por no haberse incorporado a los vicios que traen los años de convivencia burguesa, porque la juventud debe entender que debe ser estudiante y trabajadora; porque el joven debe ir a la empresa, a la industria o a la tierra. Porque ustedes deben hacer trabajos voluntarios; porque es bueno que sepa el estudiante de medicina cuánto pesa un fardo que se echa a la espalda el campesino que tiene que llevarlo a veces, a largas distancias; porque es bueno que el que va a ser ingeniero se meta en el calor de la máquina, donde el obrero a veces, en una atmósfera inhóspita, pasa largos y largos años de su oscura existencia; porque la juventud debe estudiar y debe trabajar -porque el trabajo voluntario vincula, amarra, acerca, hace que se compenetre el que va a ser profesional con aquel que tuvo por herencia las manos callosas de los que, por generaciones, trabajaron la tierra-.

Gracias, presidente y amigos por haberme dado la oportunidad de fortalecer mis propias convicciones, y la fe en la juventud frente a la actitud de ustedes.

Gracias por comprender el drama de mi patria, que es como dijera Pablo Neruda, un Vietnam silencioso; no hay tropas de ocupación, ni poderosos aviones nublan los cielos limpios de mi tierra, pero estamos bloqueados económicamente, pero no tenemos créditos, pero no podemos comprar repuestos, pero no tenemos cómo comprar alimentos y nos faltan medicamentos, y para derrotar a los que así proceden, sólo cabe que los pueblos entiendan quiénes son sus amigos y quiénes son sus enemigos.

La revolución en los claustros


Investigadores y actores del movimiento estudiantil analizan la herencia del reformismo y la vigencia de sus principios. La discusión sobre la autonomía, la democratización y la necesidad de profundizar la relación con la sociedad.

Por Julián Bruschtein

A 90 años de la Reforma Universitaria que los estudiantes cordobeses empujaron en 1918, los valores que lograron imponer fueron el mascarón de proa del modelo de universidad vigente hasta el día de hoy. La permanencia de los principios reformistas es un tema de debate constante en la agenda universitaria. Consultados por Página/12, los historiadores y estudiosos del movimiento estudiantil y de la universidad Hugo Biagini, Pablo Buchbinder, Ricardo Romero, y el actual presidente de la Federación Universitaria nacional (FUA), Mariano Marquínez, analizan el proceso y los alcances de aquellos logros que cambiaron a la educación superior en la Argentina, en América latina e incluso en parte de Europa.

“Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que nos quedan son las libertades que faltan”, rezaba el Manifiesto Liminar (ver páginas 14 y 15 de esta edición). Los estudiantes reclamaban así el desprendimiento del sistema imperante en la Universidad de Córdoba, la universidad más antigua del país, profundamente influenciada por la Iglesia. Aquel 15 de junio de 1918 tomaron la Casa de Trejo para protestar contra el nombramiento como rector de Antonio Nores Martínez, un representante de los sectores conservadores apoyado por el clero. Hasta ese momento los profesores llegaban a las cátedras a través de designaciones arbitrarias o directamente heredaban los cargos. El desarrollo de la ciencia aún no era cuestión prioritaria para la universidad.

“No fue una reforma meramente instrumental, porque contenía ideas muy profundas que acompañan un sufrimiento. Tenían una esencia más revolucionaria que reformista, porque en aquel momento existía el sentimiento de que se podían dar vuelta radicalmente las cosas por las experiencias de la revolución mexicana en 1910 y la rusa en 1917”, dice Biagini, doctor en Filosofía, investigador del Conicet y profesor de la Universidad de La Plata. “Lo cierto es que el logro mayor fue poner a la universidad en manos de la ciencia y el pueblo”, agrega.

“La autonomía es hoy uno de los principios con mayor vigencia de los que se proclamaron en el ’18 –considera Martínez (Franja Morada)–. No se puede hablar de autonomía responsable o autonomía, porque la autonomía es una sola: la científica y la política. Si se habla de que la universidad tiene que vincularse más con la sociedad, se está haciendo referencia al mejoramiento de las políticas de extensión. Si se impulsa una mayor vinculación con el Estado, se estaría restringiendo la autonomía”, advierte. En momentos en que se discute una nueva ley para regular la educación superior, donde muchos plantean que cierto ejercicio de la autonomía alejó a la universidad de la sociedad, para Marquínez, “esta universidad se hace con las condiciones actuales, en donde la situación presupuestaria obliga a invertir el 90 por ciento de las asignaciones en gastos de funcionamiento y hace muy difícil el desarrollo de otras políticas”.

El historiador Pablo Buchbinder, autor del libro Historia de las universidades argentinas, sostiene que la autonomía “está conformada por procesos complejos. La idea actual que remite a la autonomía se ha ido construyendo a lo largo del siglo XX. Los estudiantes cordobeses impulsaban dos puntos de importancia como cuestión central de sus planteos: por un lado, la docencia libre, poder tomar cursos paralelos; y, por otro, la asistencia libre a clase. Con estas dos propuestas buscaban garantizar una mayor libertad para los estudiantes”.

El sistema universitario actual atravesó distintas dictaduras y sufrió el neoliberalismo en los últimos años, procesos que intentaron avanzar sobre los logros de la reforma. Y es en ese sentido que el politólogo Ricardo Romero, autor de La lucha continúa. El movimiento estudiantil argentino en el siglo XX, explicó que “hubo dos momentos en que las clases dominantes dejaron de preocuparse por la universidad pública: en 1958, cuando se producen las movilizaciones a favor de la educación laica o libre, donde finalmente aparecen las universidades privadas y los sectores católicos enseñan por fuera del sistema estatal; y en los años ’90, con la implementación de ideas neoliberales que intentaron vincular a las universidades con las empresas”. La sanción de la vigente Ley de Educación Superior, en 1995, “intentó invertir los principios reformistas. Por eso, uno de los valores que aún continúa vigente por su importancia es la extensión universitaria, que genera profesionales comprometidos socialmente. A pesar de los magros presupuestos a los que se ha sometido a las universidades –dice Romero–, la excelencia académica se sostiene y genera graduados de alta calidad. Es decir que, pese al intento del neoliberalismo por ingresar e influir en la universidad pública, el sistema universitario siguió manteniendo su nivel académico a pesar de la competencia que le generaron las instituciones privadas”. La extensión –acuerda Marquínez– es una práctica que se debe incrementar: “No hay duda de que la vinculación entre estudiantes, profesores y el medio tiene que ser profunda. Habría que discutir cómo se puede aplicar cada vez más a los problemas reales”.

La idea reformista del cogobierno universitario adquiere relevancia actual por ser el eje de diversos reclamos estudiantiles de “democratización”, como los observados en la UBA durante 2006. Buchbinder, que es profesor en la UBA y la UNGS, asegura que “la innovación fundamental de los estudiantes reformistas fue la participación estudiantil en el gobierno de las universidades. La intervención de la UNC en el ’18, que delegó el gobierno de la universidad en los profesores, fue una motivación para que las decisiones descansaran en todos los actores de la vida universitaria”. El cogobierno compartido por los distintos claustros es “sin duda uno de los puntos que perdura, más allá de las discusiones acerca de la proporcionalidad que corresponde a cada claustro –opina Marquínez–. Dentro de la vida universitaria podés tener diferencias y plantearlas, lo que no se puede decir es que no es democrática”. Biagini destacó que “el gobierno tripartito que impusieron los estudiantes cordobeses es una perla sin cultivar. En Argentina y Uruguay funcionan bien los cogobiernos, pero son casi los únicos países donde se respeta esa forma”.

La Universidad Indígena de Venezuela: revolución en la selva



Soraya González Guerrero
Diagonal

Tauca, en el Estado de Bolívar, es el único lugar de Venezuela donde existe una universidad para indígenas, y lo que es más importante: de indígenas, pues son las propias comunidades sus propulsoras.

Acogerse a la misión Sucre, una inédita propuesta del Gobierno bolivariano que persigue municipalizar la educación superior llegando a las aldeas más recónditas, incluidas las indígenas, sería, quizás, un camino fácil. Sin embargo, la Universidad Indígena de Venezuela (UIV) ha optado por el camino de la autonomía, asumiendo las penurias económicas y la inestabilidad, pues es la única garantía de un proceso educativo propiamente indígena.

De esta forma, la Universidad, registrada formalmente en el año 2004 tras un proceso de reflexión que arranca en 1999, va gestándose en simbiosis con las comunidades. Éstas, mediante sus órganos tradicionales de decisión, son las que eligen a los estudiantes; no en función de criterios académicos, sino de capacidades para la organización política en pro de la defensa de derechos colectivos. Los estudiantes que no dominan el castellano -herramienta de comunicación interétnica- lo aprenden en la UIV.

El curso académico es semestral: cuatro meses permanecen en Tauca impartiendo asignaturas teóricas y demostrativas (como derecho indígena, historia, lengua, apicultura, psicultura o lombricultura) y los dos restantes acuden a sus comunidades, donde realizan un trabajo de campo sobre el tema que han escogido para su tesis. “La investigación es con los sabios porque nosotros no tenemos experiencia del pasado. Estamos aprovechando su saber antes de que desaparezcan”, comenta un estudiante de la etnia Warao (del Estado Delta Amacuro) que está investigando sobre los mitos fundacionales de su etnia. “Los ancianos son nuestra biblioteca”, añade Tandé, de la etnia Pumé (Estado Apure), cuya investigación se centra en la agricultura tradicional de su pueblo. Hablar de agricultura indígena es hablar de las tierras ancestrales, un tema que está investigando Kobá, también Pumé: “Tenemos un problema muy grande de territorio. Ahora hay hambre en las comunidades porque los terratenientes nos han quitado las tierras ancestrales, nos han dejado con una parcelita y no podemos cazar o pescar. Si pasamos nos amenazan, incluso nos matan”. Tokaná, el quinto estudiante con el que conversamos, investiga sobre la educación Pumé antes de la irrupción de la escuela formal: “Ahora no hay profesores indígenas en la comunidad. Todos los docentes que van a las comunidades están criollizados y algunos no hablan el idioma indígena”.

Junto con los pumés y waraos, a Tauca llegan, de momento, indígenas de ocho etnias: ye’kuana, piaroa, e’ñepá, sanema, kariña y pemones. Algunos pueden tardar 14 días en llegar desde el Amazonas o desde el delta del Orinoco, y a veces no es fácil encontrar recursos para el viaje.

Aprendiendo a escribir

A través de entrevistas con los ancianos y especialmente con las ancianas, los estudiantes rescatan ese saber ancestral en vías de extinción. Su cosmovisión, idioma, medicina tradicional, manejo del canuco (huerto indígena), etc., se han venido trasmitiendo de forma oral, y la educación formal que ha irrumpido en las comunidades indígenas ya no es depositaria de este saber. Por eso, el destino de los resultados de la investigación es un libro, que ellos mismos editarán en su lengua materna. Una tarea delicada y complicada, especialmente para las culturas que son ágrafas y primero tienen que crear un alfabeto adecuado a sus fonemas.

La escritura es una respuesta a la catástrofe del olvido, asumirla no es criollizarse, sino fortalecerse en un contexto de invasión cultural, según nos explica el jesuita vasco Korta, conocido entre los pueblos de la amazonía venezolana como Ajishama: “La herramienta más fulminante de una dominación cultural es la escritura y Occidente maneja todos los conocimientos escritos del mundo. Sin escritura no hay vida. Pero ¿cómo nos la han transmitido? Con una alfabetización criolla”. Para revertir este proceso, el espíritu de la UIV germinaba con el proyecto de crear cartillas para aprender a leer y a escribir en distintas lenguas indígenas. La escritura, como la tecnología electrónica o el derecho positivo son elementos exógenos a la cultura indígena, originarios del pensamiento occidental. La Universidad Indígena reconoce sus peligros, pero favorece su dominio por parte de los indígenas porque las considera herramientas necesarias para romper la asimetría cultural. “Con esas herramientas, asumidas con conciencia, van a poder defender sus tierras, porque las leyes están a su favor ahora”, explica Ajishama.

Coyuntura política y social

La Constitución bolivariana (1999) es todo un referente en materia indígena. La Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas (2005) reconoce y protege derechos como la propiedad colectiva indígena. El problema, según nos comentan varios estudiantes, es que las comunidades indígenas no se han apropiado aún de la Constitución porque no la conocen, y aunque lo hicieran “va a ser difícil que se cumpla la ley”. Korta es más escéptico: “Si se reapropian de sus derechos, serían masacrados ahorita porque son muy débiles frente al mundo criollo, los ganaderos y el poder económico”.

De momento, la reivindicación de sus derechos pasa por demarcar sus tierras ancestrales, para lo que es vital el trabajo de campo con los sabios, así como el conocimiento de sus derechos constitucionales, que aprenden durante el cuatrimestre que permanecen en Tauca a través de un profesorado voluntario. Esta embrionaria fase no está exenta de retos: la financiación gubernamental sin ataduras; la inserción de las herramientas occidentales en su matriz cultural sin dependencias, y la más importante: la participación de la mujer indígena en este proyecto.

Cuando les preguntamos por esto último, se toman su tiempo para contestar: “Las muchachas están en el proyecto pero hace falta recursos, y para las mujeres indígenas es muy complicado venir, a menos que haya aquí una familia”, explica Sedumenedu, de la etnia Ye’Kuana y coordinador académico de la UIV. “El control social de la relación entre ellas y ellos se da a través de una autoridad en cada etnia”, matiza Korta, “y nosotros no tenemos la capacidad para ese control social. Se ha planteado traer un matrimonio anciano, que tiene una autoridad muy grande. Pero la mayoría de los indígenas no saben la importancia de la Universidad, cuando lo vayan sabiendo tienen que poner los mecanismos de su parte”. “El problema es muy complejo”, continúa, “hemos convocado a las mujeres desde el comienzo, y han venido. Pero ha fracasado. No queremos convocar a la mujer sin garantías de éxito... El machismo criollo está dentro de las comunidades. Antes era la mujer la que administraba los recursos del conuco. Ahora el hombre está secuestrando su rol porque como el sueldo es personal [ahora muchos trabajan de peones para los ganaderos] él maneja los reales; para cambiarlo por aguardiente muchas veces. Los antivalores de nuestra cultura han entrado en la indígena. Y esto debe cambiar”. Ya en Madrid, Julio Ávalos, profesor voluntario en la Tauca, explica que “el que no vayan a la UIV es parte del proceso que las ha convertido en la esperanza de sus familias primero y de sus pueblos en última instancia”.

Con el Gobierno, pero sin él

La Constitución bolivariana ha abierto jurídicamente la puerta a muchos procesos de corte revolucionario como la ocupación de tierras improductivas y de fábricas paradas. La Universidad Indígena de Venezuela (UIV) también ha aprovechado esta oportunidad, pero no quiere crecer en brazos del Estado. En materia indígena, esta Constitución es un referente: el artículo 121 reconoce a los pueblos indígenas el derecho a una educación propia. El Ye’kuana Sedumenedu lo reconoce: “Anteriormente no teníamos marco jurídico para tener una educación propia de hecho”. Para el jesuita vasco conocido como Ajishama, “lo más grande que Chávez puede hacer en favor de los indígenas es hacer posible que sus universidades funcionen de manera autónoma y real, dirigidas por los propios indígenas concientizados [en este caso]”. Este concepto de autonomía nada tiene que ver con el que manejan los estudiantes opositores: nace de la necesidad indígena de afirmarse culturalmente, no de sus privilegios económicos. Por otra parte, la propuesta de la UIV no excluye el apoyo económico gubernamental, siempre que los indígenas sigan siendo los gestores del proyecto. De hecho ya ha recibido apoyos importantes de varias instituciones. Tampoco, excluye el reconocimiento gubernamental de sus licenciaturas, en negociación. La financiación gubernamental puede ser un arma de doble filo. Por eso, para Ajishama “hay que diferenciar un apoyo económico de una claudicación al Gobierno, que es lo que les está pasando a los pueblos indígenas, les dan grandes cargos políticos y se ponen desde el partido a liderizar políticas del Estado para lograr la integración de los pueblos indígenas en el modelo occidental”.

CONCIENCIA INDÍGENA

Sin concienciación no hay emancipación indígena, y esta sólo se consigue formando nuevos educadores. A esta lectura crítica llega el jesuita Korta, tras ver los estragos en el Amazonas venezolano: de las misiones que hacían “proselitismo católico” (amparadas por una ley de misiones que ha desaparecido con el actual gobierno) primero, y después, en los ‘70, del desarrollismo que devino en un individualismo fortísimo, erosionador de la vida comunitaria indígena.

Universidad y Revolución en América Latina.



Acercamiento a la obra de Rodney Arismendi desde una perspectiva transformadora.

Autora: Lic. Anna Lidia Beltrán Marín.
Departamento de Marxismo-Leninismo.
Centro Universitario José Martí Pérez.
Sancti Spíritus. Cuba

“La Universidad es un hervidero de ideas, de discusión de métodos, de experiencias, pero esto es también un termómetro de la temperatura de la revolución en el Continente”.1
                                                                                                          Rodney Arismendi


 La Universidad del Siglo XXI está llamada  a resolver los problemas que en cada momento la sociedad va teniendo, a través de su  carácter científico, tecnológico y humanista, de la labor educativa y político ideológica, así como profundizando en la formación investigativa de sus estudiantes y profesores, en la medida que logre satisfacer estas demandas sociales podemos afirmar que demuestra su impacto y pertinencia. La Universidad cubana de hoy  se proyecta en el cumplimiento de su misión social y de su extensión a todo  lo largo y ancho de nuestro país, así como se afianza en participar del proceso de integración de las Universidades Latinoamericanas.  Existen al respecto posiciones muy alentadoras y otras que no ven la urgencia de este llamado. En Congreso Universidad 2004 en La Habana Cuba se dedicaron Sesiones de Trabajo  al análisis de la Integración de las Universidades Latinoamericanas y a la Internacionalización de dichas casa de estudios, existe una necesidad real que Nuestros pueblos se unan para llevar adelante las transformaciones sociales a las que estamos llamados en este nuestro siglo XXI y en este sentido, corresponde a la Universidad cumplir su misión de poner al alcance de la sociedad el acervo cultural de la Humanidad.
Consideramos que  en las condiciones actuales de América Latina ha comenzado  a palpitar  algo nuevo, vivimos el inicio de un nuevo período histórico, donde el neoliberalismo comienza a perder terreno, el postmodernismo y sus variantes denotan la falta de credibilidad de sus sistemas, por tanto el marxismo ,como filosofía de la praxis  y teoría critica del capitalismo, debe retomar su papel de vanguardia ,como opción ideológica del presente ante la amenaza de los “nuevos profetas “2  Kohan (2003) que pretenden ocupar el espacio que se abre ante las necesidades de conocimiento de las nuevas generaciones.
    Con el objetivo de prevenir el revisionismo que ,algunos aún en este siglo, pretenden  ejercer sobre el pensamiento de Marx, desde posiciones ajenas al marxismo, consideramos de vital importancia retomar el estudio de la vida y de las obras de los pensadores marxistas, particularmente de los latinoamericanos, que desde su siglo XX  miraron a lo largo y contribuyeron  a la formación del pensamiento crítico hacia el capitalismo , hacia la hegemonía de este sistema ,en las condiciones precisas de América Latina.
Desde el conocimiento concreto que nos proporciona, la  vivencia de la Revolución cubana, a partir de las convicciones del marxismo-leninismo, consideramos necesario dedicar un espacio al estudio del Pensamiento Marxista en América Latina , en particular , el de Rodney Arismendi quien siguiendo el precepto de Marx sobre la escala universal de los cambios sociales, promueve su Teoría de la Revolución Continental, en las condiciones concretas de América Latina, sustentada desde los años 50 del pasado siglo en sus trabajos alrededor del XVI  Congreso del PCU de 1955 , reflejados en la compilación de sus trabajos  sobre este tema  : La construcción de la Unidad de izquierda  y enunciada conceptualmente a raíz del Triunfo de la Revolución cubana, expuesta en su  obra cumbre Problemas de una Revolución Continental (1960).
   Los aportes teóricos del marxista uruguayo, nos permiten afirmar que su obra constituye un arsenal  de ideas en la  lucha actual por la emancipación de nuestros pueblos, la contribución teórica de la categoría: concreto- histórico: aplicada a la realidad uruguaya-regional-universal, nos permite comprender la magnitud del conocimiento de Arismendi sobre el legado  de los clásicos del marxismo-leninismo y la aplicación, en la praxis revolucionaria de sus teorías.
   La conceptualización teórica del papel y lugar  de la intelectualidad y los intelectuales  en el proceso revolucionario, nos ha llevado a profundizar en el estudio a fondo de la obra de Arismendi, lo cual nos ha permitido conocer sus concepciones políticas sobre :  la educación, la enseñanza y comprender el significado que a su juicio tiene la misión de la  Universidad ,en la transformación de la sociedad y sobre el potencial de los universitarios  , en alianza con   la clase obrera como fuerza motriz de la revolución.
 El propósito esencial del presente trabajo quedará cumplido al dejar establecidas las ideas fundamentales de Rodney   Arismendi sobre la función social de la Universidad, para lo cual pretendemos analizar el conjunto de obras del pensador uruguayo sobre el Tema referido y demostrar que existe en las mismas una concepción política sobre la Universidad,  a partir de sus planteamientos  acerca de las posibilidades históricas de la Universidad como fuerza integradora en la lucha por los cambios sociales ,teniendo en cuenta su función primaria :”trasmitir la herencia cultural y poner al alcance de las nuevas generaciones la suma de conocimientos que la humanidad ha ido acumulando.”3 .Arismendi (1965).
Rodney Arismendi. Fue un hombre de amplios intereses intelectuales que  dedicó:”espacios reflexión al rol  de las capas medias intelectualizadas y los intelectuales  en el proceso de preparación ideológica para la transformación social “1. Bermejo (2002).Coincidimos con el autor de esta reflexión, a la luz de esta valoración expondremos nuestra visión de las obras de Arismendi que abordan los problemas de la Universidad y la Revolución, la cual ha sido objeto de análisis del político uruguayo desde el enfoque marxista. Sus trabajos constituyen un caudal de ideas  propicias para una comprensión  dialéctico-materialista de la misión de los  intelectuales y de los estudiantes universitarios en el proceso de transformaciones sociales de América Latina , desde su análisis valorativo  de los procesos de la Reforma Universitaria de los años   20 del pasado siglo a la luz de las condiciones de los años 60 ,hasta sus consideraciones sobre la misión de la Universidad después del derrocamiento de la dictadura fascista en Uruguay.
 Seguidamente relacionaremos y expondremos en una apretada síntesis, las obras que hemos seleccionado para realizar este primer acercamiento al pensamiento de Arismendi,  en las cuales aparecen explícitamente enunciadas sus concepciones sobre la Educación y las funciones sociales de la Universidad.
  Interpelación sobre la Universidad del Trabajo : es un discurso de interpelación del entonces diputado Rodney Arismendi, ante el Ministro de Instrucción Pública, acerca de la situación de la Universidad del Trabajo de Uruguay (en lo adelante UTU), la cual se prolongó los días 22,24,26 de Mayo de 1950 en la Cámara de Representantes ,teniendo una gran resonancia  ya que puso al descubierto la falta de gestión de las autoridades  de la UTU, quienes arbitrariamente, negando toda norma pedagógica, influenciados por el contexto internacional : fin de la segunda guerra mundial e implantación de la "Guerra fría “se instaura la práctica del anticomunismo, el macarthismo y la "cacería de brujas", las que irrumpirían con todo: la cultura, el arte, la enseñanza, diseñando planes pedagógicos sobre la base del anticomunismo, la política del entonces director de la UTU contrastaba con la realidad uruguaya, muestra de una favorable atmósfera intelectual y cultural ,en la que se destacaba la Universidad del Trabajo por su activa participación de toda esta institución  en la indagación y rescate  de las tradiciones culturales del pueblo uruguayo.
 El texto del discurso de interpelación, es muestra de la dedicación que Arismendi mantenía por la Educación entendida como factor esencial de la actividad social del hombre. La primera parte del mismo constituye una valoración de los planes de estudio de la UTU, siendo estructurada, por los editores, en capítulos para facilitar su comprensión. Capítulo I Los planes de estudio de la UTU están reñidos con las necesidades económicas y culturales del país. Aquí explica que el cometido fundamental de esta Institución es: ofrecer capacidad técnica, aprendizaje de un oficio, otorgar instrucción que posibilite a los jóvenes incorporarse  a la vida laboral. Además critica las políticas antipedagógicas de  las autoridades de este centro. El Capítulo II Arbitrariedad, acomodo y corrupción administrativa. Está dedicado la ilegalidad de los nombramientos directos, subordinados a intereses personales y los califica como “un cargo concreto de corrupción y usufructo personal de la función pública” En el Capítulo II Abuso de autoridad, persecución y malos tratos a profesores, continua refiriéndose a casos concretos que demuestran la forma que son tratados los profesores por parte de las autoridades de la UTU. El Capítulo IV Discriminación macarthista  en la UTU, hace referencia a la forma discriminatoria, con que las autoridades de esta institución  han tratado las cuestiones políticas, lo cual va contra de la Constitución vigente.
 Toda esta obra constituye una denuncia a la situación de anarquía e ineptitud pedagógica existente en la UTU, las cuales a su juicio deben ser objeto de análisis de la Cámara de Representante, en tanto que constituyen una violación a la Constitución.
  Siete años después pronuncia otro discurso, en las Sesiones de la Cámara de Representantes, 22 y 29 de Mayo de 1957, que publica con el título En defensa de la escuela laica. Del cual  asentaremos aquí solamente las ideas fundamentales del autor que demuestran su conocimiento  sobre la influencia de la Educación en la en la formación y transformación de la sociedad.
·        La escuela debe ser una primera línea del conocimiento científico.
·        La validez del conocimiento científico.
·        El destino futuro de la escuela es inseparable del destino de la sociedad.
·        Reforzamiento de la escuela pública en función de la democratización de la enseñanza.
En 1965 Arismendi pronunció una conferencia  donde se refirió a temas relacionados con el Marxismo y la Universidad, el papel de los estudiantes universitarios en el proceso de la Revolución Latinoamericana, la Unidad de Izquierda, y otros tópicos de interés. Esta conferencia se dividió en dos partes: la primera dedicada al análisis teórico de la Función de la Universidad y sus contradicciones, la cual fue publicada con el título: Encuentros y desencuentros de la Universidad con la Revolución  y la segunda formó parte de las tres ediciones del  libro Insurgencia Juvenil. Serán objeto  de análisis en el presente trabajo solamente los aspectos que constituyen los momentos esenciales de esta intervención ante 600 dirigentes y militantes del movimiento estudiantil universitario.
·        Presencia irrefutable de los estudiantes entre los actores destacados de este drama optimista que a partir de Cuba nombramos como la segunda guerra de independencia.
·        Incorporación de la intelectualidad a las filas del Marxismo Leninismo y al proceso revolucionario latinoamericano.
·        Alianza de  la clase obrera con las capas medias.
·        La Universidad como institución formadora de técnicos y científicos acorde a las exigencias sociales.
·        La Universidad trasmite el progreso general de la ciencia, en todas las formas del conocimiento y la expresión.
·        La Universidad es propagadora y cultivadora de ideologías, transformadora de cuadros para la vida político social, para la dirección, prepara los hombres dedicados a asegurar la continuidad de la enseñanza.
·        La Universidad es una institución del estado, que responde a los intereses de la sociedad en el marco de la cual se desarrolla y enriquece a partir de las propias exigencias sociales; a través de sus relaciones económico sociales y su carácter clasista

Esta obra constituye un punto de referencia imprescindible al analizar las contribuciones teóricas de Arismendi sobre el papel de los intelectuales y las clases medias en el proceso revolucionario, a pesar de haber sido esta conferencia en 1965 conserva plena actualidad en su propósito de comprender el rol de la universidad en el proceso de transformaciones sociales del presente siglo. Así como una expresión de las ideas de Arismendi acerca del carácter elitista de la Universidad lo cual  contradice su función social, aspecto al cual dedicaremos otro momento en posteriores análisis por considerarlos plenamente vigentes en el proceso de integración de Nuestras Universidades.
Continuamos el análisis de las obras de Arismendi con una breve exposición de las ideas centrales del discurso que pronunció el 13 de noviembre de 1968 ante la Cámara de Representantes: Homenaje a la Universidad, a sus autoridades y a su estudiantado. El cual constituye una crítica a las posiciones del Poder Ejecutivo que extendió una campaña antiuniversitaria basada en afirmaciones calumniosas ajenas a la realidad .El autor considera necesario rendir homenaje a los universitarios y en particular al Rector, legitimizar a este hombre que debió enfrentar  esta tremenda situación sobre la base de la invocación del derecho  y de la defensa de la universidad. Se refiere además a que la Universidad se inserta en la problemática general del país , así como en lo relacionado con la continuidad de las mejores tradiciones del país en la lucha por la libertad ,por la superación teórica de los profesionales, en la aplicación de la ciencia a los problemas de la sociedad y se inserta también en “ la hora sombría que vive la República.” .Se refiere a las conquistas de las Universidades desde la Reforma de Córdoba, movimiento que abogó por la democratización de la cultura ,por la autonomía la representación estudiantil. Apunta que la insurgencia latinoamericana nace de la crisis profunda  de la estructura de nuestra sociedad, de la dominación y la frustración del destino de nuestra patria por la presencia del imperialismo norteamericano. La insurgencia universitaria, es parte del gran movimiento liberador que recorre los pueblos de América Latina.
 Encontramos plena vigencia en el planteamiento anterior, el lugar que ocupa la Universidad en el proceso de cambio, la cual, no puede separarse de la sociedad, porque está  enraizada en las relaciones de clases, la universidad por si sola no puede hacer la revolución, ella está llamada a unirse a las demás capas sociales en el Proceso de la Revolución Latinoamericana.              
Otra de las obras de Arismendi que analizaremos brevemente es una intervención en la Mesa Redonda La Universidad y la Revolución auspiciada por el VII Congreso de la Unión de la Juventud Comunista, efectuada los días 5 y 6 de diciembre de 1969, en la misma hace referencia a la participación estudiantil en la revolución, a los conflictos que la universidad ha tenido con los regímenes establecidos, afirma que la universidad aparece en la lucha por la libertad, la independencia, la defensa de las tradiciones democráticas. Plantea: “el problema educacional es parte del problema social, la soluciones no pueden hallarse dentro de la universidad, sino que deben ser totales, para resolver los problemas de la educación, de la cultura, parte de los problemas de la revolución, (....) la expresión cultural es parte de la división en clases sociales a la que no escapa la universidad, de donde los problemas y la crisis de la universidad y de la cultura solo pueden solventarse con la revolución” 6
Ø      En esta propia intervención Arismendi rememora lo que había expresado en Encuentros y desencuentros de la Universidad con la Revolución que la misión de la universidad es formar técnicos y científicos según las necesidades del desarrollo social, entendiendo estas necesidades de un modo históricamente concreto. Posteriormente sintetiza las funciones de la universidad, concluyendo que su principal función es trasmitir la herencia cultural; “es decir poner al alcance de las jóvenes generaciones la suma de conocimientos que la humanidad ha ido acumulando” 7 y amplia que no es una simple transmisión pasiva del pasado, sino vistas a la luz de los nuevos desarrollos científico técnicos y para esto crean un tipo de trasmisores de esa herencia cultural. Estima pertinente los debates sobre el destino de la universidad, los problemas de organización de la docencia, las cuestiones de la revolución, su estrategia, su metodología y plantea: “la universidad es un hervidero de ideas, de discusión de métodos, de experiencias por esto es también un termómetro de la temperatura de la revolución en el continente”8.
 En Noviembre de 1972 Arismendi interviene nuevamente ante la Cámara de Representantes, en esta oportunidad en relación con la Discusión de la Ley de Educación 14.101.  Calificándola expresión de la crisis nacional que dividió la República, la que “surge como respuesta regresiva para superar las diversas contradicciones insolubles  en el horizonte ideológico y político  de las clases dominantes  y de quienes dirigen el poder” 9. Mencionamos a continuación algunas de las contradicciones que contiene dicha Ley, planteadas  por Arismendi durante su intervención parlamentaria:

Ø      Incapacidad para desarrollar en la nueva situación, los tradicionales principios de la enseñanza uruguaya, acordes con el desarrollo democrático del país  y su sustitución por tendencias autoritarias.
Ø      Contradicción con la nueva realidad del país, donde se evidencia  la presencia de la clase obrera  impulsando al resto de las capas medias progresistas hacia las nuevas transformaciones  y reformas.
Ø      Incapacidad para responder a las aspiraciones de desarrollo de la enseñanza, a su extensión y a su elevación.
Ø      Incapaces de dar los recursos para que la enseñanza alcance su nivel.
Ø      Incapaces de resolver los problemas del país, de la infraestructura, de la enseñanza, de las necesidades de los profesores y de los estudiantes.
 Antes de concluir su intervención sintetiza lo anterior expresando que  la ley propuesta es ajena al país, a su historia, a la historia de la enseñanza, es una ley de miedo hacia el pueblo.
Conversación con los estudiantes latinoamericanos es el título de la conferencia pronunciada por Arismendi, en Noviembre de 1979 en el Seminario de Estudiantes Latinoamericanos, efectuado en Moscú. Aquí enfatiza su Tesis acerca del Continente Americano  como “un continente en revolución” en el cual se plantea cada día  la necesidad de cambios revolucionarios, cuya tendencia general se hizo irreversible a partir del triunfo de la Revolución cubana y es el resultado de una gran revolución, en la que se entrelazan la lucha antiimperialista  y las tareas democráticas  de la revolución. Analiza el proceso histórico independentista en América Latina desde el siglo XIX y plantea que hay un elemento en común: la reafirmación del rompimiento con el sistema de opresión que significa el imperialismo mundial .Lo expuesto por Arismendi en su día cobra vigencia en nuestro siglo XXI, Latinoamérica continua siendo un continente en revolución y en aferrada lucha por la soberanía nacional, contra el neoliberalismo, y contra el imperialismo.
Enseñanza democrática, proyecto nacional  es el título de la conferencia pronunciada por Arismendi en el Comité de Base del Frente Amplio el 2 de Junio de 1985. Exponemos a continuación las ideas fundamentales sobre la enseñanza recogidas  en esta obra.
Recorrido histórico por el camino transitado hacia la democratización de la enseñanza.
Rememora los sucesos de la Reforma Universitaria  de 1918-1920.
Establece un paralelo entre la crisis de la economía nacional y la reacción de la “población universitaria”, frente a esta crisis, situación propicia para el encuentro solidario con la clase obrera.
La población universitaria ,proveniente de las capas medias  de la población ,forman parte del proceso social en los países dependientes, sometidos a la  oligarquía y en esta América Latina nuestra ,que los hace transformar en una fuerza motriz del cambio  revolucionario.
Define que el maestro es un asalariado, vive de su sueldo y contribuye con sus conocimientos  a la formación de una juventud capaz de manejar las maquinarias y de desenvolverse en la producción, de elevarse en los planes de la ciencia  y la cultura para  atender las nuevas realidades en una sociedad  que se desenvuelve.
Expresa que la irrupción obrera,  estudiantil, de la Universidad y  de la enseñanza, coincide con un hecho fundamental en la historia de América Latina: el triunfo de la Revolución Cubana.
Plantea que la educación en su país, al igual que en otros de la región, ha sido afectada por las dictaduras fascistas, expone con cifras, que ilustran esta situación, datos que deben ser conocidos por todo el país.
Fundamenta que la ciencia no tiene contenido de clase, sino que es parte de la acumulación de conocimientos del hombre para dominar la naturaleza y desenvolverse a si mismos.
Reflexiona en torno a la vinculación de la enseñanza a las necesidades nacionales, sin rebajarla de su sentido cultural, de su conocimiento científico.
Es decir, dentro del proyecto revolucionario que debe asumir el Frente Amplio  está concebir una Universidad que responda a las necesidades del cambio democrático que la sociedad uruguaya necesita.
El informe ,elaborado por Arismendi para la Conferencia Nacional  del Partido Comunista de Uruguay, realizada en Diciembre de 1985 se ha publicado con el título : El Partido y los Intelectuales.,hemos considerado oportuno traer a nuestra selección de obras del autor ,fragmentos de este informe ya que aparecen conceptos  que deben formar parte del proceso que constituye la presente reseña .  Define el concepto de intelectualidad, expresa la relación de la misma con la clase obrera  en el proceso revolucionario de su país en particular y como regularidad en casi toda América Latina. Expone las posiciones teóricas de su Partido respecto a los intelectuales.
En 1988 Arismendi sostiene una conversación con profesionales de la salud, la versión grabada de esa charla se publicó con el título: Diálogo con los médicos, seguidamente nos referiremos a las ideas esenciales que sobre la Educación Superior aparecen enunciada en esta obra:
·        Retos actuales de la Universidad uruguaya.
·        Contradicciones entre la alta capacidad de los docentes, médicos, técnicos y la penuria en la infraestructura educacional y sanitaria.
·        La ética médica enaltecida reivindica el destino de los profesionales de la salud.
·        La Universidad se inserta en la ideología, es continuadora de la herencia cultural: la conserva, la trasmite.
·        Asimilar críticamente todos los aportes en el terreno del pensamiento científico y de la investigación.
·        Necesidad de comprender el marxismo como una relación dialéctica con la cultura del mundo, con sus corrientes y expresiones.
·        El marxismo no es un receptáculo de verdades sagradas.


A  MODO  DE  CONCLUSIÓN

 Este breve análisis  constituye el punto de partida  de  nuestro proyecto de investigación  el cual se propone de manera general  el estudio del pensamiento marxista latinoamericano contemporáneo y en particular la contribución de  las ideas de Rodney   Arismendi  al proyecto emancipador del Continente, así como la valoración crítica de las ideas del uruguayo acerca de la educación, la universidad y los intelectuales.
 En Arismendi encontramos una interpretación creativa del marxismo, una concepción de marxismo abierto, una posición revolucionaria sobre los intelectuales, una actitud creadora sobre la función de la Universidad, un conocimiento profundo sobre las posibilidades emancipatorias de   América latina.
El compañero Hugo Rodríguez en sus palabras de apertura de la obra de Arismendi: Sobre la enseñanza la literatura y el arte, pequeña recopilación, expresa que las disquisiciones teóricas de Arismendi obedecen a situaciones concretas de la historia uruguaya, y manifiesta:” la colección de sus   intervenciones  en este plano  se pueden tomar  como una crónica de las venturas y desventuras de la educación pública en el Uruguay de las últimas cuatro décadas. La escuela pública, laica y científica, la Universidad Autónoma, la educación técnica de cara al país, lo encontraron como abogado intransigente.”10
  El contenido desarrollado en este trabajo ,  constituye una apretada síntesis  de ideas ,seleccionadas en diez  obras  de Rodney   Arismendi  consultadas con  el propósito de  demostrar sus consideraciones  sobre las funciones sociales de la Universidad  y dentro de ellas en particular dejar establecidas las sus consideraciones  sobre la Universidad  como termómetro de la temperatura de la Revolución en el Continente.
Asimismo  consideramos que en la actualidad la Universidad  uruguaya transita por un período crítico, no forma parte de las preocupaciones del gobierno resolver sus problemas, la crisis económica ha impactado en el proceso universitario, por tanto está llamada a abrir sus puertas a la integración  a partir de la búsqueda de un destino común para nuestros pueblos. El conocimiento del legado de Rodney Arismendi  sobre las funciones  de la Universidad  uruguaya y sus tradiciones progresistas puede constituir un punto de partida hacia el logro de ese ideal integracionista de las Universidades  de América latina.
 
CITAS Y REFERENCIAS

1-  Arismendi R. Universidad  y Revolución. En la obra Lenin y Nuestro        tiempo. Pag. 164

2-   Kohan Nestor: Marx  en su tercer mundo. Prólogo a la Edición cubana. La Habana. 2003.

3-   Arismendi R Encuentros y desencuentros de la Universidad con la Revolución. En la obra  Sobre la enseñanza, la literatura y el arte. Pág.276
4-  Bermejo S. A. Rodney Arismendi: sus concepciones  sobre la intelectualidad y los intelectuales   .El paradigma del intelectual  orgánico .en EL Catoblepas. www.nodulo.org.
            5-   Arismendi R   Sobre la enseñanza la literatura y el arte. Pequeña Recopilación. Pag.395.
            6-  -----------------------------Pag.278.
            7-    --------------------------Pag.181.
8-   Lenin y nuestro tiempo .Pag.157.

           9-    Arismendi .R. Sobre la enseñanza la literatura y el arte. Pequeña Recopilación. Pag. 278.
         10-    Hugo Rodríguez   Sobre la enseñanza la literatura y el arte.   Pequeña Recopilación .Pag.. 12.


BIBLIOGRAFÍA

1-     Arismendi. R. Problemas de una revolución continental.
2-     Arismendi. R. Lenin y nuestro tiempo
3-  Arismendi. R. Lenin y nuestro tiempo.
4-  Arismendi. R. Para un prontuario del dólar.
5-  Arismendi. R. La construcción de la unidad de izquierda.
6-  Arismendi. R. Sobre la enseñanza, la literatura y el arte: pequeña recopilación.
7- Bermejo. A. Rodney Arismendi: sus concepciones sobre la intelectualidad y los intelectuales .El paradigma del intelectual orgánico”.en       EL Catoblepas. www.nodulo.org.
8- Kohan.N. Marx en su tercer mundo.
 9- Pereyra Faget R. La Universidad de la República Centro de enseñanza superior, investigación, creador de cultura y baluarte de defensa de las libertades.
10- Schuarz N.   José C. Mariategui y Rodney Arismendi: dos cumbres del marxismo en América Latina.